El legado de Black Sabbath también se mide por separado

Black Sabbath. Ese simple nombre evoca muchísimo, un nombre que siempre estará aparejada a dos hechos: ser los padres del Heavy Metal y  la mejor banda de Heavy Metal.

El legado de Ozzy Osbourne, Tony Iommy, Geezer Butler y Bill Ward —sí, también él, a pesar de todos los problemas legales que tiene Sharon con él, no nos importa que los quiten de las fotos oficiales, él es parte de la banda— es incuestionable.

Simplemente las bandas que los mencionan como influencia principal es una lista eterna. Sus tributos han ganado discos de oro. Hay bandas en ese tributo que con su propio material ni siquiera han estado cerca de lograrlo. En Nativity in Black I & II hasta Busta Rhymes hace un remix de «Iron Man». Nadie dijo que ser una leyenda era más fácil, pero pues, Sharon.

Pero el tamaño no solo se mide por quien los coverea, sino también por quien quiere trabajar con ellos. Los cuatro también ser embarcaron en aventuras solistas, al igual que los Beatles, a unos les fue mejor que a otros, pero no por eso se demerita el trabajo de los demás. Todos los discos que tienen en su haber son prácticamente supergrupos, además de tener algunas verdaderas joyas.

Por eso aquí les vamos a presentar de lo más notable de cada uno, empezando por el olvidado: Bill Ward.

El baterista no se salió mucho de su estilo —tampoco es que lo necesitara— pero su obra se reduce básicamente a ser el baterista de Black Sabbath. Colaboraciones con Ozzy y una que otra con Dio. También una canción perdida con The Mezmerist allá en ’83, en un EP con limitada distribución. Pero en su trabajo solista hay uno que sobresale de los demás. Ward One: Along the Way, su debut con su nombre por delante, ya en el lejano 1990.

Cada canción era una banda diferente, ya que no tenía una alineación establecida, pero tenía nombres como Ozzy Osbourne y Jack Bruce (Cream) para las voces, Eric Singer (Kiss) en la batería, Jack Bruce y Lee Faulkner en el bajo, Zakk Wylde (Ozzy, Black Label Society), Malcom Bruce (Eric Clapton, Jack Bruce) en la guitarra. Además de el propio Bill en voces, batería y teclados.

El sonido se aleja del sonido más tradicional del heavy, pero sin caer en lo experimental. Suena el conjunto de talentos diferentes, a veces no cohesionados porque se escucha el trasfondo y el bagaje de los que tocan en cada canción algo diferente a lo que están acostumbrados, pero con resultados notables. Con un sonido que también presagiaba lo que marcaría la década.

Geezer Butler, el lírico de la banda. Jimi demostraría como se usa el wah en la guitarra. GZR lo demostraría en el bajo, dándole un nuevo sentido a las canciones con esas bass lines. Su doble aporte a la banda sería uno de los sellos, ya que al margen de la música que creaban entre todas, son los que tenían esas letras sombrías y oscuras. Él fue el que tuvo esa idea de demostrar como el demonio podía demostrar su amor, donde solo hacía falta seguirlo.

En su trabajo, él tuvo una banda más establecida GZR —la última estilización del nombre de la banda— tiene a Pedro House, alguien que toda la vida ha estado rodeado de el sonido de Iommi, ya que al día de hoy también es el asistente de Tour de la banda. Clark Browne en las voces, con un alto registro como lo dictan los canones metaleros y en la batería está Chad Smith, el RHCP y una eminencia en los tamborazos, que obviamente tuvo a Ward como influencia.

La banda más notable de los cuatro, porque él nunca trató de seguir esa fórmula de metal clásico —como Black Sabbath o Heaven and Hell—, ya que incluso hay canciones que coquetean con el rap metal, teniendo un ritmo mas frenético al que Butler esta acostumbrado. Además de ser el más activo, ya que espera sacar un disco en 2017… cuando se supone que ya no existirá Sabbath.

Tony Iommi, el verdadero motor de la banda, porque como buen capitán, nunca abandona su barco ni en los momentos más oscuros y la banda tuvo varios. Uno de los discos de Black Sabbath se presentaba como «Tony Iommi presenta Black Sabbath», cuando el muy menos preciado Glen Hughes era el vocalista de la banda.

El encargado de esas funciones, el único que podía hacer que una maldición diera vida a algo nuevo. Él se arrepiente de perder la punta de sus dedos, su perdida nos dio ese sonido grave y oscuro que haría que el sonido de la banda fuera reconocido donde fuera.

Por eso, es que su primer disco tenga la alineación que tenía: 10 canciones, 10 bandas diferentes, por lo que este párrafo va a ir en puros nombres: Brian May, Henry Rollins, Jimmy Copley, Skin, Bob Marletta, John Tempesta, Dave Grohl, Phil Anselmo, Matt Cameron, Serj Tankian, Billy Corgan, Ian Astbury, Ozzy Osbourne, Bill Ward, Billy Idol y Ben Shepard.

En la primer placa con su puro nombre —que salió algo tarde— saca todos los Riffs que parece que no van o parece que ya no irían con Sabbath, por lo que aquí aprovecha para desfogarse de todo esa época caótica de Sabbath. Para cerrar esta parte de Iommi, solo basta decir que es la banda con la que sacó otros dos discos son Kenny Aronoff y Glenn Hughes.

Ozzy cierra esta sección, pero está de más. Su discografía en solitario merece un artículo aparte, solo recalcaremos el que le haya ayudado a Randy Rhodes a llegar a ese escalón donde lo dejó. Si es como los Beatles y su trabajo en solo. Ya se ha escrito demasiado de Lennon solo, siempre hace falta recordar que necesitaban de los otros tres.

Igual los extrañaremos a todos después de que dejen los reflectores, por lo que solo queda aprovechar su última parada.

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