La (y lo) “X” de «México» somos nosotros

—Pues sí, Arqui, la cagué, pero pues ya le eché esos centavos, ni modo que se pierda la inversión… Ustednoestáparasaberloniyoparacontarlo, pero me costó un chingo de trabajo juntarlos…
—De verdad que entiendo lo de la inversión, y por eso es imprescindible la planeación desde la génesis, porque si le seguimos así, va a ser un tiradero de lana, y en el peor de los escenarios, esa madre se va a caer…
—OraOraQuelabocaselehagachicharrón. Ándele, Arqui, ¿a poco no hay manera de seguirle encima? Hágame la balona…
—Pues sí, maneras siempre hay, pero le va a salir más caro desde ahorita y aún más a futuro. Coloquialmente dicho, es echarle dinero bueno al malo…
—Ah. Bueno. Este…, déjeme ver. Yo le llamo…

¿Verdad que es un diálogo bien pendejo? Pues es uno con el que me enfrento seguidote. No me quejo, así es mi chamba, pero se vuelve bien preocupante que hoy estamos teniendo ese mismo diálogo a nivel País. Y porfi, no te vayas lectoralectorqueridos, porque que aunque pareciera, esto no se trata de partidos políticos, o de candidatos, o de fanatismos. Es más, les pido una disculpita a los muy numerosos carnales (como 2) que me han pedido que escriba algo sobre Siria, o Cuba, o de las elecciones, o del debate. Y sí, claro que todos tenemos que hablar de eso y de más temas, y a lo mejor hasta lo hacemos, y es más, esos perros ni hablaron de esto, pero en lo que junto a nivel personal un poquito de bagaje como para dar mi precaria opinión de esos temas, pero sobre todo, en lo que juntamos a nivel Nación un poquito de madre como para dar consejos a otros países cuando a nosotros nos lleva la requeteverga, quisiera hacer un intentito sobre algo que poquitititito he conocido y sigo conociendo de primera mano, o sea, que me consta, y no como el nivel de información que manejamos día a día en las esas redes suciales.

Sé bien que parece que no terminé ni la secundaria, pero les jurote que estudié la carrera de arquitectura en la (me pongo de pie y me lavo el hocico) Facultad de Arquitectura de la UNAM, y si quieren en otro momento hablamos de su sistema pedagógico que no es el mejor que podría tener, pero cuando me tocó a mí y a algunos compañeros, se nos hacía bien pendejo que nos pusieran como proyecto de semestre un aeropuerto, y no porque fuéramos incapaces (o quizá sí lo éramos, pero digamos que podíamos), sino porque vislumbrábamos lo que hoy en día está muy comprobado, a saber: que al parecer quienes diseñan los aeropuertos que sí se construyen, o tienen apellidos de más de 4 sílabas (o menos si son judíos), o son arquitectos mundialmente famosos —merecido o no—, o bien, como en mi Patria herida, casualmente eres el yerno de uno de los (aquí sí ayúdenme lectoralectorqueridos: ¿hombre? ¿Individuo? ¿Esa madre? [Inserte aquí su propuesta_____]) más ricos del mundo. Repito, ¡del Mundo! ¡Del Planeta Tierra, pues! Y esto debería ser inquietante, por decir lo menos, porque significa que en mi, su, nuestro México, hay gente muriendo de hambre, sí, pero pues ¿qué importa?, mientras tengamos a ese ínclito prócer, a esa estrellita bien útil para todos demás (léase los de más) que tanto bien ha hecho a México, ¿no?

En estas épocas de aguas turbulentelectorales pareciera que todo se trata de la tal elección —que de elección no tiene nada—, pero afortunadamente, los datos duros, los científicos, los pragmáticos ponen todo en su justo lugar, y me cae que ese lugar es bien distinto al lugar elegido para el tema, porque es muy simple —y como dicen los millenials; «quien esté en desacuerdo nunca nos damos en la madre»—: ¿Por qué defendemos o por qué denostamos al tal Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (en lo sucesivo NAICM)? ¿Siquiera sabemos de qué se está hablando? Y si andamos muy opinadores, ¿por qué no lo hacemos con datos reales? Me arriesgo entonces a un par de palabras, que no son infalibles, pero tampoco son (trataré) viscerales y mucho menos partidistas. Palabras de acá, de a pie, de albañil que aspiro a ser, pero también de contribuyente cautivo que somos ya todos —y tú también aunque no quieras y lo niegues—. Y me disculpo de antemano, porque hablaré un chingo poquito más de lo que regularmente lo hago, y quizá más aburrido también, pero acaso más objetivo y sobre todo, más sentido.

De inicio, ¿no parece un déjà vu esta discusión? ¿No ya la habíamos tenido entre el 2001 y el 2006? Yo lo recuerdo bien, y doy fe de que sí. La tuvimos cuando el pendejo de Fox era presidente, pero sobre todo, cuando el Peñejo era gobernador del Edomex. Y tú, lectoralectorquerido igual y ni te acuerdas, pero sí, cuando hubo unos hechos de violencia de estado inenarrables que incluyeron muertos, mujeres violadas, terrenos que según esos impresentables malnacidos costaban como 7.50 pesos mexicanos por metro cuadrado (algo así como  80 centavos de dólar de aquel tiempo) aunque toda institución seria los valuaba como en 30 dólares por metro cuadrado, pero sobre todo, cuando a pesar de todo ello, ese Peñejo resultó presidente valiendo madre todo lo anterior. Pues bien, entonces desafortunadamente no es un déjà vu sino que otra vez estamos hablando de la misma puta necedad, nomás que unos metritos ahí al ladito.

Y es que insisto, de verdad es simple: resulta que el inmenso terreno en el que se está “construyendo” el tal NAICM, para empezar, ni siquiera está en la Ciudad de México sino en el municipio de Texcoco, Estado de México, y desde ahí comenzamos mal, pero aún así, seamos condescendientes y olvidadizos. Olvidemos por ejemplo que en su momento fue la tierra acolhua de mi Señor Neztahualcóyotl y que hay historia y vestigios como para edificar 40 museos porque pues, ¿a quién le importa eso? Olvidemos un ratito también la biodiversidad, la flora y la fauna que tiene censada hasta la Corte interamericana de arbitraje y conciliación ambiental, y que está ahí nomás esperando a ver a qué hora se nos ocurre llegar a exterminarla, porque pues eso sólo le importa a los hippies. Olvidemos también que apenas se cumplieron escasísimos 10 años de que se inauguró la Terminal 2 con su concreto martelinado todo bonito de Francisco Serrano (aunque realmente lo ideó Teodoro González de León) y que todavía ni lo terminamos de pagar, porque pues lo que sobra en México es dinero para tirar. Olvidemos también que, aunque es cierto que ya no se da abasto, el actual aeropuerto internacional es uno de los principales activos del País, porque pues somos un país millenial y lo que importa es estrenar aunque tengas cosas que aún sirvan. Olvidemos también que por la ubicación, todo cuesta mucho más puto caro (nomás hay que ver que la barda perimetral se le encargó a la SEDENA y que aunque es un organismo de la Patria, ya costó 89 millones de pesos más cara de lo planeado), porque en México lo que menos importa es cuidar el erario. Olvidemos también que hay decenas de empresas fantasmas vinculadas a la obra, incluyendo, aunque no lo crean porque ni por asomo debería ser, la del Paso Express (léase socavón), porque pues todos merecemos otra oportunidad. Olvidemos también que para que este proyecto funcione se tendrá que tirar un pedazote del Cerro de Chiconautla para que pasen los putos aviones, porque pues la supremacía del hombre, y más si ese hombre es mexa. Olvidemos también los múltiples accidentes acaecidos en la obra y derivados por la pésima planeación, porque si algo somos los mexas es bien aguantadores. Olvidemos también que, en ninguna parte del mundo, al necesitar un aeropuerto nuevo, se ha cerrado el existente, porque pues ¿qué nos importa aprender urbanismo de los ejemplos en el resto del mundo si nosotros somos más chingones? Y ya que hablamos de urbanismo, olvidemos que eso de crear un área focal detonante para dar plusvalía a la zona (pero no a la zona, sino léase a amigos y compadres que compran los terrenos circundantes) ya se hizo en CU, en Santa Fe, en Huixquilucan, y más recientemente en el Bordo de Xochiaca (ahí cerquita) y sólo beneficia a unos cuantos portentados, porque pues seguro los nuevos dueños, ¡claro que se lo merecen! Es más, olvidemos que la estimación original rondaba los 169 mil millones de pesos, y ahorita ya anda en los 250 mil millones y subiendo, porque pues no tenemos absolutamente nada en que gastar ese dinero.

Olvidemos todas esas cosas que seguramente no tienen ninguna importancia. Es más, hagamos un esfuerzo, y olvidemos todavía otra: olvidemos que eso de decir “Vaso de Texcoco” no es un nombre al azar que se le ocurrió a algún cabrón random, sino que esa madre es exactamente eso, un vaso hidrológico regulador, pero, ¿qué quiere decir eso? Pues que por puritita definición, toda agüita que Diosito, Jehová, Iahvé, Tláloc, la madre naturaleza, o la deidad que usted prefiera nos mande, confluye de manera literal, y ahí llega puntualita, por más que pongamos diques, coladeras, cuchillos enterrados y toda corriente (conste que me refiero al término científico) a este suelo que pisamos, a este suelo que también es impreciso llamar “Valle de México” porque no es un valle así solito, planito y presto para construir lo que deje más dinero, sino que es parte de una cuenca, la Cuenca de México, y entonces, deberíamos preguntarnos, ¿por qué anda usted chillando de que se le inundó su casa, su carrito que no ha acabado de pagar si por 5 siglos se le comentó, se le avisó, se le reiteró, y sobre todo, porque al parecer así se construye la modernidad.

Carajo, hagamos un último esfuerzo por abotagar nuestro raciocinio y nuestra conciencia, y olvidemos incluso que los terrenos en los que se “edifica” el tal NAICM nomás tienen un hundimiento promedio propio como de 20 cm al año (a veces y en ciertas áreas hasta de 50 cm) nomás así, por existir, sin ponerle el peso de nuestro caminar, y menos el peso de un Boeing 777-300. Olvidemos que mantenerlo nomás a nivel costaría cientos y miles de millones de pesos anuales. Olvidemos incluso que apenas acaba de acaecer un sismo que demostró que los mexicanos somos vergas para construir, pero que  también a veces somos bien pinches irresponsables y que nos encomendamos alaVirgencitadeGuadalupe, porque me cae que no se cae, pero muchas veces nos falla, y sobre todo cuando sí, somos expertos en aventarnos el volado, pero que en este caso, no es un volado, sino que todos los estudios serios e independientes de los que no anda buscando ganarse un varo, o sí, pero bien ganado, dicen que esa madre nomás va a fallar y todo aquel que sepa leer lo sabe.

Bueno, pues olvidemos todo lo anterior. Va. Arre con la que barre. Fierro pariente. Chingue su madre. Nomás que aún olvidando todísimo lo anterior, quedan un par de cositas que son, como dice Julio Gutierrez (o Luis Miguel si lo prefiere), inolvidables. Y sí, ya sé que pinchechairoparanoico, pero por lo menos yo no puedo olvidar que resulta que dice un tal Carlos (que es difícil precisar si su apellido es Slim o Salinas) que si le cancelamos la obra sería un duro golpe al desarrollo del País porque la obra se compara con el Canal de Panamá (que aparte, debería analizarse si fue beneficioso y para quién). Sí, chairo, chairísimo si quieren, pero pues ¿más o menos desde cuándo le preocupa a este cabrón el desarrollo del País? ¿A poco los Sanborns ® lo desarrollan un chingo? ¿A poco los trabajadores de Telmex ® son un ejemplo de desarrollo social e individual?, ¿A poco cuando en cualquier festival (musical o del que sea) te pierdes un momento importante con tus seres amados por culpa de su pinche señal toda pitera estamos siendo un ejemplo de un país desarrollado? ¿A poco no es ni poquitito sospechoso que diga esas babosadas cuando tiene el 70% de los contratos de edificación, servicio y control del tal NAICM? ¿A poco no vamos a entrecerrar poquito los ojos cuando este we dijo que no tiene un solo centavo invertido en el aeropuerto, pero que sí hay qué hacerlo? Es más, de entrada, como en las fiestas que están piteras pero siempre se pueden poner peor: ¿quién invitó a este cabrón? ¿Por qué se siente Don Verga como para intervenir y venir a decirnos qué hacer?

Bien, pues sí, nomás tengo esas duditas, chingadamadrepinchechairodemierda. Porque claro que necesitamos una solución para la capacidad rebasada de nuestro aeropuerto internacional, pero, ¿es el Peñejo, es el Carlitos “S” (insisto, ponga Usted el resto de las letras del apellido), es este NAICM la solución? ¿No tenemos razones para sospechar aunque sea un poquis?

Verán, por razones futbolísticas conozco la opinión de 2 weyes que están metidotes en el proyecto, y otros 2 en la obra desde hace por lo menos un lustro (porque ya se estaban haciendo trabajos aún antes de anunciado oficialmente), y reservo sus nombres, no porque les dé miedo (si lo tuvieran no me hubieran contado), sino porque tienen una chuleta, unos hijos y una vida que cuidar (ya ven que México es superseguro) , y que no los traiciono, porque lo único que me pidieron fue no dar sus nombres, pero lo que sí puedo dar es esta puta indignación compartida de que esta chingadera del NAICM, si fuera un bebé, nació muerto, pero al parecer lo que queremos es seguir teniéndolo respirando de manera artificial. ¿Cómo? Pues diciendo que los empleos, como si de verdad fueran empleos reales y perennes, es más, como si esas esclavitudes pudieran llamarse empleos, y como si para crear empleos (o esclavitudes) lo único que podemos hacer como País es un aeropuerto, y como si, me consta, no les estuvieran pagando una madre a muchísimos trabajadores de la construcción, pero pues, otra vez, al parecer así se construye la modernidad. Diciendo que el proyecto detonará la zona, cuando la palabra detonación, en su acepción de explosión, tiene también una acepción de daño y perjuicio. Diciendo que sería una irresponsabilidad cancelar cuando de inicio fue una irresponsabilidad iniciar. Diciendo que el Consejo Coordinador Empresarial está de acuerdo y lo avala, como si esos weyes mandaran en las decisiones que a todos nos competen. Diciendo que la derrama económica, cuando sólo habrá derrama hídrica que aparte nos cubrirá completotes. Diciendo que habrá crecimiento, cuando eso mismo nos dijeron con las esas reformas constitucionales. Diciendo que el agua es perra, pero que Don Patrón Carlitos (cualquiera de los dos apellidos) duede decirle para dónde se vaya, porque para eso es Don Carlos. Diciendo que el arquitecto encargado del proyecto es el indicado cuando no ha hecho más que proyectos de su suegro, y cuando a su obra más emblemática le dicen coloquialmente el “WC”, y cuando por más que se asoció con otro que sí es chingón, no puede responder a los más mínimos cuestionamientos porque en su vida ha pegado un tabique, y menos en Texcoco. Diciendo que a las AFORES sólo se les pellizcó un poquito nomás porque cuando haya bronca, los interesados ya van a ser unos pinches ancianos, y entonces, ¿quién va a pagar el error?, pero sobre todo ¿quién se va a quejar? Diciendo que es una gran obra, pero los que lo dicen son los mismos artífices del Paso exprés (con socavón incluído), de la Casa Blanca, de Malinalco, y de todo lo que ni nos hemos enterado. Diciendo que hay un problema de tráfico aéreo cuando es más urgente  que tenemos un problema de tráfico de órganos y tráfico de drogas.

Ustedes seguro que no me creen, pero ni falta que hace. Es, insisto, de verdad muy simple: pregunten a su ingeniero de confianza, pero a uno que no tenga intereses ahí metidos para pagar su carro o su casa a 4646496 mensualidades. Véanlo a los ojos, y que les diga si sí o o si no. Un experto que por lo menos haya pisado Texcoco alguna vez en su vida. Uno que les explique la simpleza de que si sacas más agua de la que metes, de que te hundes, te hundes, hagas lo que hagas. Uno que les diga que, a todas luces el Peñejo se pone guapo con su copete, pero también con sus amigos. Uno que les diga que cuando llegaron los españoles nos cambiaron oro por espejitos, y que hoy estamos cambiando, otra vez oro, por un espejote en forma de «X», y que esa “X” es la génesis de proyecto, el concepto, la forma generadora, ¿no? Pues bueno, por lo menos eso sí que es verdad. La (y los) “x”, somos nosotros.

Y es que parafraseando a mi amado Maestro y Amigo Frino: Si el tal Carlos (cualquiera que sea su apellido) quiere un aeropuerto, ¿por qué no le damos el avión? Porque al parecer la lógica es que si de todos modos todo el País se está hundiendo, pues chingue su madre, ni modo que el aeropuerto no se hunda. Sería el perfecto resumen.

En todo caso, un chingo de palabrería (de la cual me disculpo), pero al final, esta columna podría haber sido bien cortita, al igual que el argumento: Nomás despuesito del diálogo inicial, y acabando con uno final:

—¿Dónde dices que quieres hacer un aeropuerto?
—Acá, en un lago…
—Ok. Es todo. Buenas noches. Y chingas a tu madre.

El problema es que la chingamos nosotros, los, lo, la «X» de México.

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