Paul McCartney | Egypt Station

Luego de darle vida y forma a una banda tan trascendente como The Beatles (con vigencia después de 50 años), formar otro proyecto como Wings y paralelamente una carrera como solista que se vio en cortos periodos interrumpida, podría pensarse que Paul McCartney ya ha recorrido todos los caminos musicales. Por eso no es raro ver con buenos ojos cualquier lanzamiento nuevo: ahora con Egypt Station, su álbum número 18 de estudio.

Aquí hay varios puntos a resaltar. En primer lugar, la producción corre por parte de Greg Krustin, ganador en cinco ocasiones el Grammy como Mejor Productor. Krustin es una figura importante que ha sabido ganarse su lugar en el gremio; y no es raro que la intención de McCartney haya sido darle algo de frescura a sus composiciones. Aunque los géneros a los que está acostumbrado el productor californiano (él estuvo detrás de la producción de temas como «Hello» de Adele) puedan distar de lo que hace el músico inglés, el resultado son 16 canciones que no aspiran a la grandeza.

Si se es observador, es fácil notar que McCartney se adapta a su tiempo: por eso su figura no pierde vigencia. No por nada pudo gestarse «FourFiveSeconds» con Rihanna y Kanye West. Sería insulso e iluso esperar un gran éxito como aquellos creados con The Beatles; porque los tiempos son distintos. Ahora se ve a un músico inglés más consciente de su lugar en el mundo y echa mano de las herramientas que provee Internet para posicionarse. Basta con teclear su nombre en YouTube para ver las múltiples entrevistas en canales o clips de late night en los que participó previo al lanzamiento de Egypt Station. Este carpool karaoke con James Corden es a mi parecer el mejor ejemplo:

No es fortuito, entonces, que estas apariciones hayan sido previas al lanzamiento de Egypt Station el 7 de septiembre. Si bien el recibimiento en Estados Unidos le dio el número uno en el Billboard 200 (éxito que no conseguía desde Tug of War en 1982). El posicionamiento fue completamente adecuado, ¿pero las composiciones lo son? No creo que del todo: hay lugares comunes y una intención de no ir a nuevos horizontes. Este álbum número 18 no encuentra un lugar claro en su discografía, ni aporta grandes cosas a la gran figura que ya es McCartney.

Hay canciones bien logradas, como la melancólica «I Don’t Know» y muestras de auténtica ternura como se puede apreciar en «Happy With You». Pero hay mensajes flojos como «Back in Brazil» o «People Want Peace»; aunque la intención es clara no llevan a ningún lado. Es una clara zona de confort, lejos, por ejemplo de la faceta que podía adivinarse en álbumes como Kisses on the bottom (2012), Memory Almost Full (2007) o Chaos and Creation in the Backyard (2005). Aunque hay una clara mejora en la producción respecto a New, el álbum anterior bajo la producción de Giles Martin, lo más probable es que tenga el mismo destino.

Sin embargo, el lanzamiento de un nuevo álbum asegura una gira de promoción, donde si acaso, dos o tres canciones de Egypt Station serán interpretadas. Porque Paul McCartney es historia vibrante; es un pasado que sabe mantenerse vigente, por más nuevos álbumes que vengan. ¡Es un integrante de The Beatles, por dios!. Y es por eso que este número 18 en su discografía debe verse con buenos ojos

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