Observa la foto, lectoralectorquerido, un poquito. Dale un segundito de tu atención. No creo ser tan paranoico si percibo una mirada perdida, una actitud pusilánime y un rictus medroso, por un lado, y por el otro, una mirada displicente, una actitud aventajada, y un rictus entre asqueado y burlón. Y bueno, de los dos lados unos copetitos ridículos, pero el color de piel del propietario de los anteriores epítetos lo dejo a tu criterio.

Sí, me esperé poquito para comentar el inopinado encuentro, fue por no caer en la obvia y justificadísima indignación primigenia. En el muy merecido: «Chinguen a su puta madre los dos». Ya saben para ver si los verdaderos analistas extraían como siempre de sus anales las verdaderas razones de esta connotadísima reunión, anunciada con poca antelación y a puerta cerrada. Y es que podrían ser muchas cosas, a saber. ¿Vendría a ver quién tiene el copete más estúpido? ¿A ver de a cómo le vamos a pagar el m2 de muro construido, precio unitario de obra terminada? ¿A expresar sus condolencias por mi Juanga (las nuestras están ACÁ)? ¿A ofrecer paro al Peñejo para que ya no lo jodamos tanto? ¿A enseñarle cómo aguantar que todo mundo menos los que tienes a sueldo te odien? Es más, ¿a medírsela a ver quién recibe más mentadas y fuckyou’s por minuto? ¿A platicar de sus vivencias como plagiarios? ¿A ver qué Casa Blanca está más chidota?…

Bueno, igual y aunque no estuviera en sus agendas lo anterior, también a eso vinieron, gracias a nosotros, y pues eso como sea, pero lo verdaderamente preocupante es que al parecer, más bien viene porque viene, porque sí, es decir, como todos los antecesores del puesto al que aspira, viene porque puede, porque no somos quienes para impedírselo, porque puede venir cuando se le dé la gana sin importar lo que haya dicho y hecho, porque la invitación es mero protocolo de este proto-culo que tenemos por presidente.

A diferencia de la mía, varias opiniones respetables que se alzaron sobre el tema, como la de Jorge Ramos, y por supuesto, no faltaron las oportunistas de siempre, como la del también wannabe presidente Jorge G. Castañeda al que pronto se le olvidó lo poquísimo que hizo por los mexicanos cuando fue canciller. Qué diferencia entre personas que ostentan el mismo nombre. Eso sí, la que quizá más llamó la atención es la de Richard Melville Hall, mejor conocido como Moby, que a continuación reproduzco:

Podrá o no gustarme su música, podría incluso cuestionarme si lo es, pero lo que es irrebatible es que su postura es quizá la más valiente y atinada, así en su simpleza, que se puede leer. Su añorada reminiscencia del músico anterior, del que debería existir y que hace décadas no se ve por ningún lado: líder, consciente, empático, opinador de todo. Se vuelve más grande por ser de nacionalidad estadounidense, y nos hace a nosotros chicos porque, como siempre, tiene que venir un extranjero a decirnos lo que tendríamos qué hacer, lo que todo mexicano conoce pero ninguno reconoce.

Y es que en eso tiene razón el peñejo, lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho, aunque lo haya hecho un músico gabacho, y no nuestro propio “representante”. Quizá sea cosa de genes, que debe haber una abismal diferencia entre ser sobrino-bisnieto de Herman Melville, y ser sobrino de Arturo Montiel; uno, autor del enorme Moby Dick, otro autor del enorme infierno que aqueja al Edomex. 

Del otro par de pendejos, de su guerra de copetes y estupideces, pues bueno, ni que nos extrañara, ya ven, que dice el Peñejo que le dijo bien clarito, y cito: «los mexicanos merecen el respeto de todos». Sí, menos de él, y de toda su escoria política.

Al final, lo que deberíamos preguntarnos es si está bien que a un declarado enemigo de los mexicanos se le invite, se le dé la bienvenida, a un país en donde los que no estamos invitados, los que no somos bienvenidos somos todos los demás (léase los de más).

P.s. Y ni seamos ingenuos, que del lado de la esa Clinton, también va a estar de la chingada.