Fotografía: Claroscuro
Ya estamos empezando la segunda quincena de diciembre por lo que estamos por empezar en todos los recuentos de año, porque no es como que Diciembre esté lleno de sorpresas… aunque el concierto de Kadavar se va a quedar fuera ya que es hasta el fin de semana (aquí van a leer cmo se puso).
Para empezar estos recuentos vamos primero con los conciertos y ante tal año que tuvimos lo vamos a reducir a solamente tres. Ya sabemos que la lista podría ser mucho más larga, pero es lo que hay. Absténganse de recordarme de que omití cosas como Moderat o algo así, no es el giro de esta columna.
Primero Black Sabbath. De todas las bandas legendarias que visitaron nuestro país este año, algunas venían en su gira de despedida, al igual que estos ingleses y ninguno se sintió como esta. Ya la edad se hacía presente en el escenario, ya no tenían la agilidad que tenían en el escenario y no nos referimos a los 70, nos sentimos cuando vinieron a presentar 13 hace unos pocos años.
Tony con todo lo que pelea se ve incómodo, Geezer y a Ozzy simplemente ya no tienen el tanque de antes… pero a pesar de eso, maestros. Tocaron como pocas bandas, cambiando su show, un poco menos de espectáculo, más música. Todo lo emotivo que se sentía en el Foro cuando la banda se retiraba parecía describir el mismo pensamiento, Era el fin de una era.
El que sigue es uno menos emotivo, de una banda mucho mas reciente. Rammstein en el Hell and Heaven. Varios actos que se rifaron, varios que no tanto, pero los alemanes, hicieron algo que pocas bandas pueden hacer. Callaron y hasta convirtieron a sus detractores.
Un show brutal, además de ser literalmente un show. La pirotecnia más bizarra, llevada literalmente por los miembros de la banda. No tanto en decir en un show conceptual, a veces no va de la mano lo que pasa en el escenario con la música, pero toda la potencia sónica que no desentonaba. El que escribe esto era uno de sus detractores y ahora hasta ganas de ir a un concierto solo de ellos.
Ahora, lo mejor del año. Pocas veces algo es unánime en la vida y el mejor concierto en México de 2016 debería serlo: Roger Waters en el Zócalo de la Ciudad de México. El show, la música, lo histórico del mismo. Por que además poco pueden hilar tan bien esas tres facetas.
La música y el espectáculo es fácil de entender -teóricamente-, creador de algunos de los álbumes más emblemáticos de la historia, más allá de la etiqueta de Rock. Son discos imprescindibles en la música. Todo esto con show a la altura. Los músicos en vivo, los visuales, las historia que cuentan, las pantallas en HD, los cerdos voladores. Simplemente con eso le bastaría para ser el mejor concierto del año.
Pero también estuvo cargado de un contexto político y social. No importa si estuviste de acuerdo o no con su discurso y lo que presentó. Pero algo es cierto que no dejó indiferente a nadie. Por las razones que sea. Sobre todo cuando entiendes bien la zona.
La plancha del Zócalo es el ejemplo clásico de la época colonial y su desarrollo urbano. La Alameda Central donde la gente se iba a pasear flanqueada de la catedral correspondiente y el palacio de gobierno en turno. Aquí es la Catedral de la Ciudad de México y el Palacio de Gobierno.
Ahí se plantó Roger Waters a dar un discurso, en el entorno político de hoy, eso si algo que no puede dejar indiferente a nadie, que nos afecta a todos. Para volver a darle ese sentimiento al rock contestario pero con un propósito, no solo esos rebeldes sin causa.
Es un concierto que se queda grabada en la retina de todos los que fueron y levantó miles de: «chale, sé hubiera ido».