Cuando comenzó este siglo yo tenía poco más de cinco años: entonces la esperanza por un futuro mejor flotaba en el aire. El poder en turno se desmoronaba ante un partido (y un candidato sui géneris) prometedor —nadie sabía que la decepción sería mucho mayor—, los medios de comunicación masivo se enfrentaban al mayor enemigo que jamás han tenido: Internet, las olimpiadas se celebrarían en una de las ciudades que recibía, precisamente, el nuevo año, el nuevo siglo y el nuevo milenio antes que cualquier otra parte del mundo. Quizá las cosas no eran mejores, pero se tenía mayor expectativa al respecto. Perdona —querida lectora, querido lector— que hable con nostalgia: sé que no han pasado muchos años desde entonces, pero eso es lo alarmante. Solo han bastado 16 años, a punto de empezar número el 17, para desmentir la ilusión que trajo aquel nuevo comienzo.
Y peor aún: para quitarnos lentamente a la mayoría de los representantes (en muchos ámbitos, pero principalmente cultural) del siglo pasado. Escribo esto con el respeto de las figuras importantes que aún están con nosotros, y de las que en años pasados nos han abandonado. No quiero hacer aquí un recuento de quien recibimos la noticia de su deceso. Solo puedo asegurar que su nombre es indeleble en este año que viene y en los siguientes.
Pero, ¿qué nos espera para el 2017, en este año donde se ha tenido que recurrir a las remasterizaciones, nuevas versiones y precuelas y secuelas (y obvio, spin-off) de las viejas glorias para tener un referente cultural? En este año donde grandes bandas dan sus últimas giras y lo único que provoca emoción es la fama brutal que provoca una frase cualquiera en un vídeo que se vuelve viral en Internet. No me quejo, que quede claro: todos en un momento hemos tenido que subirnos-al-tren para no quedar excluidos.
Pero el año que nos deja y el que viene traen consigo incertidumbre, y tampoco lo digo con pesimismo: por fin fuimos testigos de unos Juegos Olímpicos llevados con seriedad y control absoluto del usuario que, por fin, ya no tenía que soportar el humor estúpido de las grandes televisoras. Lo escribo en referencia a lo desconocido, a la expectativa, el futuro siempre es incierto. Sé que no está todo perdido pero es urgente que nuevos referentes culturales dignos vengan para estos tiempos y los que vienen.
¿Podemos seguir viviendo del pasado? Y si la respuesta es sí, ¿por cuánto tiempo? En lo que se formulan las respuestas, podemos mirar atrás y ver cuántas cosas han pasado y agradecer que aún exista algo que nos identifique en este tiempo convulsivo y volátil, donde parece que la esperanza ha perecido por fin (recuerden el gasolinazo que nos espera).
No me queda más que agradecer por parte de todo el equipo que conforma Revista Kuadro que nos hayas acompañado, lector, lectora, en este año; bueno o malo, pero un año más al fin. Tengan la seguridad que estaremos aquí para llevarles lo más importante del mundo de la música y consentirlos como se merecen.
¡Que su 2017 esté lleno de música!