No cabe duda que U2 es una banda de a huevo, te guste o no te guste, de estés o no de acuerdo con lo que hace Bono, celebrity, front man, predicador pop, y místico de empresarios. Recordar el 2014: la banda irlandesa prácticamente obligó a todos los usuarios de Itunes a chutearse su mediano Songs of Innocence después de subirlo de manera gratuita a la plataforma. Un «regalo» para el mundo que más bien pareció una invasión. No obstante el hasta aquí de la prensa especializada, el álbum terminó posicionándose entre lo mejor del año para la Rolling Stone.
Tres años después, sin necesariamente más experiencia como el disco presume, Songs of Experience se abrió paso, nuevamente, en la lista de dicha revista, solo por debajo de Melodrama de Lorde y el Damn del buen Kendrick Lamar, disco que por cierto cuenta con una colaboración de la banda irlandesa. Lo curioso fue que se incluyera sin días antes que el disco estuviese disponible para todo el mundo. ¿Omnipresencia, talento infrustrable, o simplemente buenas relaciones en el medio? La verdad quizás esté ahí, entre el talento musical y el talento para posicionarse.
Songs of Experience está lejos de ser el disco de la década. Siquiera el mejor de U2 en lo que va del siglo, desde su comercial y contundente All That You Can Leave Behind. Los años eclécticos del Achtung Baby y monumentales del Joshua Tree han quedado lejos, muy lejos, del sonido enraizado en los noventas que inspiró a bandas como Coldplay o Snow Patrol. Pero si Chris Martin y compañía han logrado evolucionar con el paso del tiempo hacia el sonido caleidoscópico, tecnicolor, y libre de prejuicios; Bono y sus amigos siguen sonando, oliendo y sabiendo a lo mismo. Por más intentos hip-hoperos, por más Kendrick Lammar e incluso por más electrónica incorporada.
Para ser honestos, (si es que se puede ser completamente honestos al hablar de música) Songs of Experiencia tampoco es un mal disco. De hecho, como toda producción #iutuniana, la producción es impecable, muy cuidada, con excelente sonido. Rola por rola, desde “Love is all we have left” hasta “Love is Bigger than anything in its way”, el disco suena fuerte, suena emotivo, a veces melancólico, y a veces melodramático. Para ser justos, el decimocuarto álbum de estudio incluso suena BIEN, como una banda consolidada debe sonar, como una banda que al fin ha encontrado lo que estaban buscando en su sonido que los llevó a llenar estadios y coliseos durante décadas. Para muestra “Get out of your own way”, un single tan pegajoso, como necesario, con un fuerte discurso político, y que une inteligentemente con su lado B, “American Soul” la pieza más rockanrollera y poderosa de la serie, que empieza justo donde “XXX” de Kendrick Lamar termina.
El problema con U2 es que seguimos esperando esperando peras del olmo. Seguimos esperando a que detengan su empresa de producción de sencillos, o que al menos, creen algo nuevo. El problema es que en un año plagado de discursos políticos, y manifestos anti-trump, un disco de U2 lleno de amor, optimismo y esperanzo era tan predecible, como irrelevante. Songs of Experiencie es más de lo mismo. No hay nada nuevo bajo un sol, llamado Bono, llamado U2, que aunque no queme sigue siendo el centro… al menos para muchos.