Colombia es un país cuyos exponentes musicales han llegado cada vez más lejos. Juan Pablo Vega es miembro indiscutible de este clan; mucho nos dicen sus canciones, así como las hermandades musicales con las que ha compartido escenario. Pero en él habitan pocas y certeras palabras, todo lo que no ha hablado lo ha dicho ya a través de la música. De esto me pude dar cuenta cuando intercambié unas palabras respecto a #LasOlasTour, que contempla la promoción en cuatro recintos distintos de la república mexicana.
El también ganador al Grammy como Mejor Productor en 2016 por su trabajo en el EP Vicio de Manuel Medrano dice que las facetas de ser productor y músico tienen su encanto. «Como músico debes ser más mediático; pero tienes la posibilidad de convivir con el público y eso es lo que vale la pena. Es la conexión con otros seres humanos y la responsabilidad social de llevar tus mensajes de manera apropiada a horizontes a los que no tendrían acceso por otro medio. Pero ser productor o estar en el estudio de grabación te da la libertad de encerrarte».
Hacía poco un nuevo tema de Juan Pablo había llegado a las plataformas digitales: «Amazonas, los Cantos del agua», un sencillo que interpreta al lado de María Mulata. Este tema no se trata más que de una colaboración distinta de su material propio. No es un vaticinio musical para un nuevo EP o algo por el estilo. Viene a la mente recordar otras colaboraciones u apropiaciones, como su versión de «Palmar», tema de Caloncho; cuyo escenario ha hecho un campo compartido. Probablemente es por esos amigos que Juan Pablo disfruta tanto de estar en México, pese al calor que da la bienvenida a la primavera.
«No estoy casado con un sólo genero musical. Los ritmos latinos siempre se han caracterizado por experimentar con otros géneros pues son el resultado de una mezcla. Sin embargo, prefiero hablar de canciones antes que de géneros musicales», aclara Pablo, quien retoma como inspiración y guía los sonidos que del pasado le vienen a la mente. Esta tranquilidad, como persona y como creador, dan a un habitante desconcertado ante su ciudad natal; Bogotá. Resultó curioso para mí que se haya referido a ella como «una ciudad con la que no simpatiza mucho», pero bajo este juicio no hay más que un razonamiento común de cualquier capitalino. La sobrepoblación, la delincuencia, la falta de oportunidades, las crisis políticas, las aún mayores crisis económicas (muy próximamente la falta de agua potable) y el estrés que se respira en el aire a todas horas se contrastan con el lazo inquebrantable de la cuna, del origen; de esa parte inherente a nosotros. ¿Quién no se siente horriblemente enamorado de su ciudad de nacimiento?
Juan Pablo Vega seguirá haciendo música que le ayude a expresar lo que las palabras no llegan a describir