Por: Adam Nieto
La manera más sencilla de comenzar a hablar de Death Grips, es referirse a ellos como una banda de hip hop alternativo. Pero no hay que dejarse engañar: a veces suena industrial, otras rock, muchas punk, noise-rap y —en dimensiones menos generales— experimental.
Y así es, nuevamente, pero sin caer en la pesada repetición, su octavo material discográfico Year Of The Snitch. Una experiencia confusa de 13 pistas y una duración de 37 minutos. Al menos siete de las canciones que conforman el disco, ya habían sido lanzadas con anterioridad; esto nos dio una idea clara de lo que sería esta producción. Impregnan en cada pista innovación y continuidad a su trayectoria de ocho años.
Todas las pistas avanzan sin oportunidad de asir una bocanada de aire, sin pausa entre una y otra. Esto induce a escuchar, en una primera impresión, del primer al último segundo. De manera espontánea, envolvente con la fuerza de la voz, la oscuridad de la mayoría de las letras, los scraching adecuados, las guitarras distorsionadas y los sampleos rítmicos.
Year of The Snitch inicia con “Death Grips Online”, tema con beats y sampleos un tanto astrales y bailables, con destellos de poder en la voz y distorsiones que representan la actitud que caracteriza a Stefan Burnett (Mc Ride), Zach Hill y Andy Morin.
Una vez más, sin duda, trasgreden en su arte, como con “Files”; segundo tema y tercer sencillo del disco. Mezcla electrónica con scratch finos y bien empleados a lo largo de una letra mórbida, condescendiente a la muerte. Por su parte, “Black Paint”, segundo sencillo del disco, es una válvula de escape; quizá el momento más oscuro, realmente una locura en el sonido. Todo se llena de distorsión, mucho rock y agitados cantos que evocan en su discurso al satanismo. Un verdadero deleite para los seguidores de Death Grips.
El temple de la agrupación en lo que se refiere a hip hop, lo puedes encontrar en el cuarto sencillo «HaHaHa», realizado con sampleos de tres de sus canciones pasadas. Este track es uno de los más logrados en la producción. Quizá una de las sorpresas, fue que el disco, un mes antes, fue subido a YouTube ( en su canal oficial) de manera “instrumental”, con voces aisladas que son parte de una sonoridad distinta. Esto es más claro, por ejemplo, en «The Horn Section» y «Outro». Vale la pena escucharlo.
Si aún te quedaste con ganas de más noise y rock por parte de la banda, recurre a “Shitshow” o “Disapponted”, un verdadero mar de emociones fuertes. No podemos dejar pasar la oportunidad de escuchar las veces que sean necesarias “Dilemma”, que contiene una introducción del cineasta Andrew Adamson, el mismo que escribió y dirigió las dos primeras películas de Shrek. Además de una colaboración de lujo con el bajista del grupo Tool, Justin Chancellor. En lo personal, junto con Black Paint es de las mejores colaboraciones.
Aunque posiblemente no se convertirá en el disco favorito de los seguidores de la agrupación californiana (el reto de poder superar a Bottomless Pit, la producción anterior); la expectativa que genera Death Grips escapa del encasillamiento formal de una banda. Con ansias se espera que vengan a México pronto