Las noches de punk-rock no paran en el Indie Rocks!

Regresar a tocar a los escenarios después de una pausa obligada de 17 meses es como volver de una lesión: la práctica se pierde, los nervios aumentan y se comenten errores.

El sábado 25 de septiembre, Barney Gombo, Moorelo, MIKI y Pequeña Ciudad asumieron el reto de tocar en vivo una vez más para demostrar que las ganas no paran, aunque la técnica no sea la misma. 

Con una energía desenfrenada y mucha fuerza gutural al cantar, las cuatro bandas hicieron cimbrar alrededor de cuatro horas el Foro Indie Rocks con rock y punk.

Una Pequeña Ciudad visita la capital

La noche inició con Pequeña Ciudad, una agrupación de Tecate, Baja California. El precio de abrir un concierto puede ser alto, pues los nervios son más grandes, el público está más tranquilo y las fallas en los equipos de sonido siempre se notan más.

No obstante, sus integrantes se presentaron sin titubear y ofrecieron un espectáculo frenético que, a penas, y dejó respirar a sus seguidores. En 35 minutos, repasaron una trayectoria de cuatro años prácticamente sin descansos.

El entusiasmo se contagió de inmediato al público y las personas que sólo observaban terminaron con gritos y saltos su presentación.

MIKI, entre aplausos y brasieres

El relevo llegó de la mano de MIKI, un chico de 20 años de edad, que adoptó hace un par de años la imagen de sad boy para transmitir preocupaciones adolescentes en su música de punk-rock.

Soledad, incomprensión y desamor son los sentimientos que busca retratar en cada una de sus letras. Sin embargo, el choque generacional entre asistentes y de MIKI pausó el frenesí que se había generado minutos atrás.

Pese a su claridad al cantar y su capacidad para alcanzar notas agudas, MIKI no conectó del todo con el público más allá de un grupo de seguidores. Pero, su optimismo por tocar en vivo nunca decayó e intentó más de una dinámica para atrapar el público.

Después de varios minutos de fracasar con la mayor parte de los y las asistentes, MIKI se enfocó en su grupo de fans. Los últimos 20 minutos de concierto sólo se concentró en hacer gritar y emocionar a esas personas que lo apoyó de principio a fin.

Esta decisión pudo costarle más de un abucheo, pero salió ileso del escenario y con un par de brassieres que arrojaron las más atrevidas de sus seguidoras como agradecimiento al show.

Moorelo con debut soñado en la CDMX

La noche avanzó y llegó el turno de Moorelo, la agrupación originaria de Nuevo León. En su debut en la Ciudad de México, cada uno de sus cinco integrantes se mostraron tranquilos y animando al público.

El primer inconveniente llegó de la mano de algunos errores técnicos en la conexión de los instrumentos. Frente a este inconveniente, su vocalista Tania Marmolejo interactuó con el público para evitar su desesperación.

El manejo para controlar a las casi 100 personas durante un lapso de 10 minutos puso en evidencia que no teme estar parada en un escenario, aunque su trayectoria inició hace dos años.

Tras unos minutos de espera, las notas de las guitarras y la batería cimbraron de nuevo el suelo.

La explosividad de su música encendió los ánimos desde la primera canción. El público se mostró desenfrenado, pese a que muy pocos cantaban sus canciones.

Por primera vez en toda la noche, los y las asistentes estaban en la misma sincronía que la banda. Como una coreografía, todos movían las cabezas al ritmo de las melodías y celebraban los gritos de Tania.

Durante más de 30 minutos, su presentación de Moorelo se asemejó aquellos pequeños, pero emocionantes conciertos de la primera etapa de Elli Noise. Mucho ruido, canciones breves y rápidas, virtuosismo musical y una voz aguda, pero imponente.

La presentación concluyó con una advertencia: nosotros somos Moorelo y regresaremos pronto.

Barney Gombo opacado por errores

Después de tres horas, llegó el momento del espectáculo principal con Barney Gombo.

El ansia por verlos no se hizo esperar y la gente dejó de lado la poca sana distancia que aún existía en el foro y los cubrebocas, en el mejor de los casos, se convirtieron en bufandas.

En los minutos previos, el clásico olé, olé, olé, Gombo…, Gombo… retumbó en el recinto. Como una pasarela de moda, Iker, Farid, Alexis y Mike ocuparon el escenario y con un simple “Hola, nosotros somos Barney Gombo” la música arrancó.

Desde las primeras notas, el Foro Indierocks se volvió un lugar caótico y frenético. Los slams llegaron de inmediato y los círculos entre el público poco a poco se formaron, la gente cantó, gritó y saltó sin descanso durante los primeros cuatro minutos.

En distintos momentos de su presentación, Barney Gombo quedó de lado y las personas se concentraron en convivir, empujarse y bailar. Lo que ocurrió esa noche hizo olvidar a más de una que aún vivimos en medio de una emergencia sanitaria.

Todo era felicidad, música y amistades, pero lo bueno dura poco…

Sin saber qué pasó, el vocalista dejó de escucharse y momentos después la guitarra y el bajo. Como serie de navidad defectuosa, uno a uno fueron apagándose.

El concierto que estaba en su clímax se cortó de inmediato. Pese a estos inconvenientes la gente fue respetuosa y soportó más de 20 minutos sin abuchear o quejarse.

El reinició llegó casi media hora después, muchos dejaron el recinto en este intermedio obligado, pero quienes se quedaron disfrutaron el final concierto satisfechos por esos primeros 15 minutos donde lo más importante fue la música.

El show concluyó bien, pero sin sorpresas. Todos los y las asistentes dejaron el lugar con un sabor semi amargo porque las fallas técnicas rompieron el ritmo de Barney Gombo.

No obstante, esta presentación demostró que, sin importar una pandemia, limitaciones sanitarias, fallas técnicas o poca asistencia, la música no para.

TXT: Francisco Juárez

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