Amanda Tovalin «en el cielo»: una música producto de la improvisación y el nerdismo

Todo sonido tiene una historia y la de Amanda Tovalin comenzó con un violín.

Capítulo uno: el instrumento

Amanda creció en un entorno más cercano a los consultorios médicos que a las salas de conciertos. Sin embargo, hoy es cantante, instrumentista, compositora y, en ocasiones, productora musical.

Aunque su papá es médico y su madre psicóloga, ambos aman la música y en su casa las canciones no dejan de sonar.

El cariño por la música en su hogar causó que Amanda desarrollara una chispa de curiosidad por las melodías, los instrumentos y las letras. Pero, fue un violín el que encendió esa flama que nunca más se apagó.

Así como en la hechicería la varita elige al mago, el instrumento la escogió a ella.

“Yo tenía un amigo que su papá era violinista, entonces yo decía que trabajo tan más cool´. Me gustaba verlo y escucharlo. Una navidad, mi padre me lo regaló, llegó ese día y abrí la caja y era mi violín”.

Cortesía de Twitter

Capítulo dos: el camino de la música

Amanda tardó varios años en reconocer que la música era su pasión y que de esa profesión quería vivir. Para aceptarlo, antes, tuvo que tropezarse con la licenciatura en Comunicación donde la pasó fatal.

La infelicidad que le causó esta carrera le dio el valor para enfrentar a su madre y padre para decirles “¡yo quiero estudiar música!”.

Ambos le tendieron la mano y contestaron “¿qué necesitas?, ¿qué necesitas tú para en unos años vivir de esto?”

La respuesta sorprendió a Amanda en ese momento, pero con el paso de los años, entendió que su mamá y papá ya esperaban esa decisión. Por ello, nunca dejaron de apoyarla y, por el contrario, la impulsaron.

“Me gustó mucho. Fueron muy proactivos en el sentido de que me empezaron a decir: ¿con quién necesitar hablar? ¿En dónde necesitar estar? No me obligaron, pero en cierta forma sí me orillaron a que me sentara a investigar, pues que me gustaría hacer y dónde me gustaría estudiar”.

Cortesía Twitter

Amanda comenzó a buscar instituciones, maestros y músicos con un solo objetivo, aprender jazz.

En entrevista, Amanda asegura que su ímpetu por la música fue la llave que abrió más de una puerta, pues despertó interés en más de una persona como Alex Mercado, pianista y compositor, quién la volvió su asistente.

Su ambición por aprender todo sobre música y de perfeccionar cada error dieron como resultado su primer EP.

Un pequeño demo que realizó para ingresar a una escuela que terminó sonando en la radio debido a la calidad de los músicos y de los temas.

Sin darse cuenta, el apoyo de las personas que la rodeaban contribuyó a que Amanda forjara su trayectoria como música profesional. Aunque esto significara sacrificar otras cosas.

“Resulta que me aceptaron en esa escuela, pero ya nunca me pude ir porque me empezaron a llamar para tocar, empecé a abrir unos festivales, empecé a convivir con más músicos. Pero, siempre estuve muy apenada porque ese demo era muy básico, entonces dije no, esto no puede seguir así y saqué otro disco. Así comencé”.

No obstante, agradece no formarse como una música de academia porque mucha de las canciones y de su propuesta están alejadas de lo que enseñan en las escuelas.

“Agradezco un poco no haberme formado en un ambiente académico porque te fomentan una forma de pensar y de pertenecer a una comunidad. Es algo que yo me he cuestionado porque siento que la música que yo quiero hacer entra en muchas comunidades y tal vez no sonaría tan fusionada”.

Capítulo tres: unidos por las letras  

A la par de la música, los libros y la escritura han estado presentes en la trayectoria de Amanda.

Desde su infancia, escribe cuentos y textos pequeños. Actualmente, lee entre dos y tres libros al mes y estudia poesía. Pero, uno de los momentos que marcó su relación con las letras ocurrió en Argentina.

Amanda tenía 18 años cuando ganó una beca de intercambio para estudiar en el país sudamericano.

Sin familia ni amistades, se inscribió a distintas actividades como danza y escritura creativa para conocer más personas en una tierra ajena. En ese último taller, conoció a un hombre de 80 años que se convertiría en su amigo y en una de las personas más especiales.

“Él me daba los mejores consejos de mi vida. Me revisaba lo que escribía, era súper duro conmigo, y se volvió en una especie de competencia. A tal grado que, hasta hace poco, me enviaba sus cuentos y yo le mandaba los míos”.

Escribir poco y dejar que la gente hagas sus conclusiones, ese fue uno de los consejos que marcó a Amanda. Durante su estancia en Argentina, él compartió con Amanda distintos conocimientos a medias para que ella los complementara con sus propios métodos.

Esta práctica fue tan importante que aún la retoma para sus canciones y discos.

“Mi disco pasado, Crónicas, si tú ves la portada ves muchos cuadros vacíos atrás de mí. Esto es lo que quiero decir, yo te voy a dar el marco, la imagen la pones tú. Todo el tiempo juego con esa idea. Hasta la fecha, gran consejo”.

Para Amanda, la música y la literatura tienen muchas coincidencias, en especial la poesía y el jazz.

Cuando comenzó a estudiar poesía comprendió que muchas ideas son muy parecidas a las que ella aplica cuando escribe canciones.

“Yo me considero producto de la improvisación porque a pesar de que el resultado sean canciones que puede cantar o corear, muchas veces la letra no estaba escrita. Así ocurre con la improvisación lírica y el habla. No lo piensas, surge”.

Capítulo cuatro: Colombia, un nuevo destino

Con tres álbumes de estudio y uno más en desarrollo, Amanda Tovalin llevará su música a Medellín, Colombia como parte de los shows de Circularte. Ella será una de los 700 proyectos seleccionados en toda América Latina para participar en este encuentro de networking de cuatro días.

No obstante, la tarea no será sencilla, pues deberá solventar varios gastos de su bolsillo. Para ello, comenzó a realizar stickers y vender poemas a sus seguidores en sus redes sociodigitales.

“Es una manera de regresarle al público lo que ellos hacen por nosotros. Si la persona vive en la Ciudad de México o el Estado de México podemos buscar un punto en común para yo entregarle personalmente estos productos”.

Para realizar un poema, Amanda revisa los perfiles de sus seguidores para conocer qué les gusta, cómo actúan, cuáles son sus posibles actitudes. Sin embargo, muchas veces debe entrevistar ella a sus fans para obtener esta información, pues no siempre tienen contenido en sus redes.

“Ha sido una experiencia divertida, pero complicada. Las personas no siempre tienen contenidos en sus perfiles y debo ir preguntarles para conocerlos mejor. También es una forma de platicar y conocer a quiénes me siguen. Descubrí que tengo seguidores muy bonitos que me apoyan y responden casi de inmediato con estas dinámicas”.

La trayectoria de Amanda está rodeada de éxitos, pero también de fracasos. El camino ha sido duro, se ha equivocado, ha fallado y sacrificado muchas cosas, pero como ella lo dice:

“Soy, lo que siempre quise ser, lo que siempre imaginé. Y he luchado contra mí”.

Amanda Tovalin es consciente que su música no llegará ser popular y tener los miles de oyentes, pero sus aspiraciones van más allá de ganar seguidores y reproducciones.

Pero, mientras pueda seguir devorando libros, componiendo y haciendo música espontánea, ella será feliz porque Amanda es producto de la improvisación y el nerdismo.

TXT: Francisco Juárez

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