El pasado 28 de agosto la banda japonesa Boris, visitó por segunda vez la Ciudad de México. Esta vez la cita fue en un abarrotado Foro IR! que, estoico, resistió la presión sonora que los nipones aplicaron sobre sus muros.
Dos bandas teloneras hicieron lo propio antes de que el acto estelar subiera al escenario. K y Bardoss nos hicieron pasar vergüenzas ante los invitados extranjeros. La primera por lo genérico de su propuesta y lo poco propositivo de su música; la segunda por el sin sentido y la pobreza de dirección en lo presentado en esa noche.
Ya superado el ‘oso’, subió Wata, Takeshi y Atsuo a dar clase, a demostrar que el mote de ‘culto’ que se posa sobre sus hombros no es de gratis y a ratificar el porqué todos estábamos ahí reunidos.
Momentos antes, los que ya conocíamos su música, estábamos expectantes por el volumen que íbamos a sentir sobre nuestros tímpanos y los asiáticos no quedaron a deber ni un decibel. Las guitarras y bajo conectadas a diversos amplificadores generaron un tsunami sónico que, a pesar de todo, no eran molestas para los oídos; era, al contrario, una especie de oleaje que estremecía a diferentes ritmos a los asistentes.
Al principio Boris desató todo su poder con “The Power” y después nos entregó su corazón con “LOVE”, canciones que desde las primeras notas develan todo el poder del trío.
La noche siguió con altibajos sónicos que nos llevaron en un recorrido por diferentes facetas de la banda; desde piezas ambientales que parecían canciones de cuna; lentas, llenas de fuzz y peso en cada golpe, en cada rasgueo en cada palabra y piezas rápidas que hacían mover el cuerpo a todas las almas reunidas.
Atsuo Mizuno, baterista y vocalista de la banda fue la figura más llamativa de entre los músicos. Su maquillaje sobrecargado, su cabello decolorado y su exagerada forma de golpear los tambores atrapaba tu mirada; además de que el detalle de su micrófono de diadema daban el toque de excentricidad extra que le hacía falta.
Wata, guitarrista y elemento muy querido de la agrupación, se ganó el corazón de todos, sobretodo de los amantes de la distorsión, del fuzz y del volumen, pues con su guitarra hacía vibrar las tripas de los fans y sus notas tristes llegaban hasta el corazón más duro de los que nos dimos cita esa noche.
La banda siempre se ha caracterizado por ser entusiastas de los instrumentos musicales, la customización y la experimentación musical con diferentes herramientas, así la guitarra/bajo de Takeshi Ohtani brillaba esa noche, (Bajo en el brazo superior y guitarra en el inferior).
Los japoneses se notaban sorprendidos por la respuesta de la audiencia mexicana y nos regalaron 2 encores que no venían en sus listas de canciones a ejecutar y que dejaron muy complacidos a los viejos fans, pues son canciones de su álbum Pink, uno de los más exitosos en su carrera.
Siempre se agradece que bandas así visiten nuestro país, pues nos dan una lección del trabajo bien hecho, de una dirección real de la música que hacen, de que se puede experimentar, jugar, proponer y siempre mantener la esencia de lo que se busca artísticamente y no sólo hacer canciones por hacerlas y con el objetivo de “ser famoso” sin una propuesta fuerte que lo respalde. Es importante que la bandas locales entendamos eso y dejemos de producir música sin ton ni son.