Fotos: F l a m a (flama.com.mx) / Cortesía: FB Festival Marvin
Siempre quise escribir sobre El Columpio Asesino y, finalmente, ha llegado el momento. Y qué mejor que hacerlo en el principio del fin, en su gira del adiós en México, en una última noche vehemente, de rebeldía, de ese rocanrol voraz e inclasificable de la banda de Navarra, España.
La última vez que los vi (y la primera, de hecho) antes de su concierto del 17 de mayo de este año, fue en su presentación en el Vive Latino 2015. Recuerdo que mi novia de aquel entonces, un tanto escéptica, me siguió a verlos (a la misma hora estaba Lucybell, maldita decisión) mientras me decía que “¿quién carajos era El Columpio Asesino?». Su sorpresa al llegar era mayúscula: éramos más de cien pepinos los que coreábamos las canciones de la banda.
Ocho años después, solo un disco más bajo su rastro, el Ataque Celeste de 2020, parecía que la banda tendría para muchos años más. Para seguir rompiendo la escena. Hasta que llegó ese anuncio colgado en sus redes que nos demostró que hasta para despedirse, hasta para decir «una última y nos vamos», hay formas. Hay clases. «Pero todo tiene un fin y el nuestro llegó. Para qué dar explicaciones. Todos sabemos cuándo algo acaba en nuestras vidas y debemos aceptarlo». Esas fueron solo algunas de las palabras de un comunicado que no tiene desperdicio.
Ocho años después y con una promesa de quemar la noche, sudar la noche, amar la noche, todo presagiaba un final épico. No por nada, su show en el Auditoio BB era el evento estelar del festival Marvin Gateway, un festival híbrido y que por sus innovaciones y propuesta, merece nota aparte.
Entonces, después de que Islas, la banda abridora hiciera los honores, la banda española salió con el sello de la casa, con la mejor canción abridora para un grupo como Columpio Asesino: “Babel”.
Cristales rotos bajo la alfombra
Crecen ortigas en el jardín
Te vi rondar un contenedor
Arde Babel, arde Babel
A “Babel” le siguieron más rolas de uno de los mejores discos de la escena española de esta década, el Ballenas Muertas en San Sebastián del 2014. El disco fue tocado casi en su totalidad, en una seguidilla de canciones,»La lombriz de tu cuello», la homónima del disco (y una de las más coreadas de la noche), «Susúrrame», «Escalofrío», y “Entre cactus y azulejos”, una rola que, en vivo, fue una experiencie hipnótica por la interpretación vocal de Cristina Martínez que se puso a aullarle a la noche.
Todavía faltaban las rolas del Diamantes, el álbum que fue un parteaguas en su carrera. Pero, para llegar a este espacio de más lucidez, era necesario recorrer los orígenes de la banda. Allá, en el inicio de este Siglo, la banda, sin muchos sintetizadores, era un auténtico atasque de guitarras filosas, de densidades con el bajo, de un rocanrol medio punk, medio indie, completamente incendiario.
Con “Ye ye yee” inició este nuevo segmento en el show, en donde la banda celebró su historia con rolas de La Gallina (2008), De mi sangre a tus cuchillas (2006) y su disco homónimo del 2003. Albaro Arizaleta (voz y batería), Raúl Arizaleta (guitarra), Iñigo “Sable” Sola (percusiones y sintetizadores), Crisitina Martínez (guitarra y voz) y Daniel Ulecia (bajo), demostraron que esta banda se curtió en lo garagero, en lo intenso, en lo desgarrado, en los clubes de mala muerte.
Entonces vino el cambio. El Columpio Asesino sacó su lado más columpio con un combo de canciones mucho mas suaves, mucho mas positivas, mucho más «aunque el mundo sea una mierda, hay que seguir viviendo». Primero, sonó a la «Espalda del Mar», la rola más tranquila del Ballenas Muertas...
La luna agita de nuevo el cascabel
Y eriza los mares, me lleva a mi burdel
Maleta hambrienta, échate a llorar
Nos anclamos aquí, a la espalda del mar
Luego, finalmente, salió ese combo de 3 canciones que marcaron un antes y un después en la carrera de la banda. Venían rolas del disco que lo cambió todo. Que los consagró. Que los volvió un mito. «Diamantes» avisó lo que venía.
Huimos sin prisa sin direccion
Fantasmas errantes sin solucion
Son muchos los kilometros que hemos andado
Para no haber llegado a ningun lado
Y sonaron «Perlas» y esa rola que, según Crisitina, medio en chiste, no sabían si iban a tocar: «Toro». Y con «Toro», la canción con la que conocí a la banda ese 2011 en que no paró de sonar en Reactor (y que fue, de hecho, la número 2 de su conteo anual), todo sucedió. Se liberó el éxtasis. Se volvió inolvidable. La idea de no volver a escuchar en vivo esta síntesis de locura, de velocidad, de muerte y de entrega total a la vida…
Maraca loca, piano ardiente
Nunca fuimos delincuentes
Gafas negras en la noche
Vamos niño sube al coche
Pero ahí no acababa la noche. Todavía la banda salió a tocar 3 rolas más de Ataque Celeste. También sonó «Floto», una de esas canciones de culto que demuestra que El Columpio Asesino a veces es más asesino que columpio. Y cerraron, definitivamente, con «Vamos», ese cover esquizofrénico de los Pixies que, dicho sea de paso, tocaron en la misma ciudad unas veinticuatro horas después.
¿Te la perdiste? Acá la presentación completa.
Setlist:
(Intro) Babel
Babel
La lombriz de tu cuello
Ballenas muertas en San Sebastián
Susúrrame
Escalofrío
Entre cactus y azulejos
Ye Ye Yee
Motel
Edad legal
Your Man Is Dead
La marca en nuestra frente es la de Caín
Corazón anguloso
Un arpón de grillos
A la espalda del mar
Diamantes
Perlas
Toro
Encore:
Huir
Preparada
Sirenas de mediodía
Floto
Vamos (Pixies cover)