El precio de ser melómano

Hace unos días platicaba con mi ex novia y, entre tantas cosas, yo le comentaba que había conocido al guitarrista de SKA-P; sólo porque ella es de las pocas personas que en verdad conocen mis gustos. Para mí haber conviviendo con él era algo extraordinario, en mis años cuando seguía a la banda nunca me lo hubiera imaginado.

A todo esto y a mi alegría con que se lo contaba, ella me dijo: —No serás gay. Mi reacción no fue de molestia ni nada por el estilo, muchas veces ella misma me lo había dicho y muchas otras me lo han mencionado, pero mi reacción fue dirigida hacia el cuestionamiento de la forma en que me gusta la música.

Yo le pregunté: —¿Por qué lo dices?, a lo que ella respondió: —Debido a la alegría con que lo cuentas y cómo escribes cuando se trata de las bandas que te gustan, transmites mucho es amor por ello. Obvio la respuesta era absurda. Yo, en mi postura de amante de la música, le dije: —Creo que tú lo ves de esa forma ya que no conoces a otro melómano; supongo que conoces gente que les guste la música, pero no como a nosotros los melómanos que no sólo nos gusta, sino que entusiasma y muchas veces nos apasiona.

Luego me puse a pensar en las diferencias que podrían existir entre un melómano y alguien que sólo le guste la música. Retomando el punto de mi ex, hace algún tiempo salió un meme que me gustó mucho el cual coloco aquí en seguida:

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Creo que no solo mis vecinos piensan eso, sino mi propia familia donde muchas veces me cuestionan por qué estoy escuchando lo que escucho. Yo me pregunto ¿eso?; en muchas de esas ocasiones les respondo «es rock», a manera de solución rápida y con pocas explicaciones pero esto es en vano, pues me cuestionan aún más.

Otro caso es el muy ya repetido: «En las tocadas la neta es el slam pero en mi casa si le meto al tropical», parafraseando Café Tacvba con su canción “Borrego”. Este es otro caso donde la gente y hay veces que hasta uno mismo se encasilla con el dicho: «si eres rockero no debes bailar», a lo que yo difiero y digo: —¡Ah Chinga, ¿por qué no? Sé que no soy el gran bailador pero yo ahora en cada oportunidad que tenga para persignar-el-piso lo voy hacer. Y ustedes también deberían hacerlo.

Hace poco fui a una fiesta donde se les ocurrió la gran idea de tener una banda de rock. Créanme que me puse una gran aburrida. La neta yo había ido a la fiesta a bailar una cumbia o salsa.

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Otro caso de lo que callamos los que amamos a la música son los gastos que realizamos en la compra de discos físicos, digitales y, peor tantito, en vinilos. La venta de vinilos ha incrementado últimamente, la verdad yo aún no le entro a esta actividad ya que sí está un poco caro ser coleccionista de música en este formato. Yo aún colecciono CD, pero hace poco me compré la flamante edición vinilos de Caifanes, misma que decían que ya nunca volvería a salir. Sin embargo, este box set sigue a la venta; sí ya sé, qué tonto, pero ni modo; así somos los que amamos la música. Por cierto, tampoco tengo algún tornamesa donde escucharlo.

CAIFANES

Tengo una infinidad de ejemplos que podría platicar, como a los diferentes conciertos a los que asiste un melómano (cosa por la que me cortaron), la cantidad de música que escuchamos desde que amanece hasta que anochece o la interpretación que le damos a ciertas canciones (en mi caso las de desamor) pero nada de esto me podrá hacer gay. Y si a ti sólo-te-gusta-la-música, disfrútala. Sea el género que sea, que nos importe más la música, que el que dirá de la gente

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