FIDLAR ardió en su primera visita a México

Texto por: Aldo Franco / @aldosss
Fotos por Brendra Arriaga

El recinto y el público ya hervían.  Con sus fuertes voces y poderosa batería, los mexicanos Carrion Kids habían hecho su tarea de prender a los asistentes que se dieron cita en SALA para atender el primer concierto en México de una de las bandas más sobresalientes del garage/skate punk actual: FIDLAR.

Sencillos como acostumbran, los californianos decidieron encender a su público antes de tiempo; Zac Carper, Elvis Kuehn y Brandon Schwartzel salieron temprano al escenario para conectar, afinar y hasta gaffear su propio equipo, mientras a un escaso medio metro la gente se volvía loca y coreaba sus nombres.

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Para hacerle honor al lugar en el que ya se exhalaba cerveza por todos lados, FIDLAR abrió su presentación con “Alcohol” de su más reciente álbum Almost Free, y por el cual la banda por fin decidió visitar al público mexicano que le esperaba desde hace años.

Al finalizar la primera canción la locura era tal que parecía ser ya el clímax del concierto, pero estos chicos venían decididos a darlo todo. Enseguida regresaron seis años en el tiempo para tocar “Stoked and Broke” de su primer material y entonados en ese ambiente, sorprendieron temprano con uno de sus grandes himnos “No Waves”, cuya energía se desbordó en un SALA lleno de baile y empujones que hicieron sentir a varios tal como reza la canción: como si ya tuvieran de 80 años.

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Aunque la mayor interacción entre la banda y el público se dio sin necesidad de palabras, Zac Carper dirigió unas cuantas en español que alocaron a la multitud: “¿Dónde está baño?”, preguntó el cantante para después pronunciar lo que podría ser una frase producto del egoísmo o de una mala clase del idioma: “Yo soy FIDLAR”, y el público enloqueció.

Siguieron dos de las canciones más coreadas de la noche; la locura de “Drone” animó a más asistentes a aventarse al moshpit, mientras que “Max Can’t Surf” inauguró un imparable crowd surfing que dejó a uno que otro despistado golpeado. Con esta rola pasó lo que tenía que pasar: incitados por Zac, todo SALA aclamaba al unísono al baterista de la banda, quien no pudo contener la sonrisa al escuchar un poderoso “¡Max!, ¡Max!, ¡Max!”.

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El siguiente bloque de temas demostró el verdadero fanatismo de su público mexicano: una tríada compuesta por canciones de un álbum estrenado hace menos de tres meses fue cantada a todo pulmón por los asistentes. Con “Can’t You See” fue el momento para que Elvis Kuehn protagonizara e incendiara el concierto con sus poderosa guitarra.

Si algún alma se había quedado quieta en lo que iba del show, fue “By Myself” la encargada de que todo el mundo saltara y se desquiciara al punto de catar “Who the fuck am I?«. Para cerrar la promoción de su Almost Free, los californianos entonaron “Flake” y a partir de este punto ya no hubo marcha atrás: los ánimos, la locura y moshpit fueron aumentando sin detenerse.

“40oz.On Repeat” logró que más de un solitario y perdedor se desgarrara la garganta cantando “Why can’t anybody just tell me that I’m somebody’s!”. Aunque la guitarra de Elvis volvió a hacer de las suyas en esta rola, todo quedó opacado por el enérgico cantar del público, a tal punto que la banda pausó para que todos entonaran al unísono el coro de la canción, lo cual se retrasó unos segundos debido a que Zac quedó incrédulo ante tal espectáculo que representó un hombre que pasó vendiendo chelas en medio del caos que había en la pista.

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Había llegado uno de los momentos más esperados de la noche. Para demostrar por qué la costa oeste estadounidense es tierra sagrada para el género, FIDLAR arrancó la emblemática “West Coast”, con la que se perdió toda cordura que todavía pudiera existir en SALA. Aquellos que aún lo habían dudado, corrieron a la parte delantera del recinto para ser parte del baile más salvaje del concierto. Empujones, lluvia de cerveza, un calor insoportable e incontables crowd surfers que terminaron en el piso y unos pocos que pudieron llegar al escenario fueron los responsables de lo que posiblemente fue el clímax de la primera visita de la banda a la Ciudad de México.

Aún faltaba poco menos de medio concierto y muchas personas ya habían dejado el alma en la pista, pero los californianos no los dejarían recuperar el aliento y enseguida vinieron “5 to 9”, en la cual Zac ordenó decididamente abrir espacio para un moshpit “only for girls”, llamado al que la mujeres atendieron con tal energía que fue de los bailes más ovacionados de la noche y que dejó a una que otra golpeada pero sin la ganas de lanzarse al caos que provoca la agrupación en sus presentaciones en vivo.

Continuaron con la cantadísima “Why Generation” y los desenfrenados berridos de “Punks”, que dejaban sin habla a los fanáticos mientras en los visuales un hombre se metía en la boca seis pequeños “papelitos”, cada uno con las letras F,I,D,L,A y R. Tal parece que Brandon Schwartzel pudo comer uno de ellos, porque su bajo se volvió sorprendentemente loco durante la canción.

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En la recta final antes del encore, se escucharon las rápidas guitarras y voces de “Wait for the man”. “This song it’s about beer”, advirtió Zac (como si al recinto le faltara una gota más de ese líquido) para iniciar con la canción que cuenta cómo alguien “bajó a México” después de cuarenta cervezas: “Cheap Beer”.

El cuarteto salió del escenario ya nada más como parte del protocolo, porque a los pocos minutos se encontraban de nuevo en él. Antes de empezar a tocar, pidieron que todos los asistentes que se sentaran y reprimían a aquél que desobedeciera. La intención era empezar “desde cero” la locura de las últimas dos canciones de su tan esperada visita.

La gente comenzó a acompañar la batería de Max Kuehn con sus aplausos y al inesperado conteo de “one!, two!, three!, four!” del vocalista todos ya estaban brincando y cantando fuertemente como provoca la intensidad de “Cocaine”. Para despedirse rápido pero con su sello de potencia, FIDLAR  acabó con su canción más movida y la que resume la esencia de la música y filosofía de la banda: “Wake, Bake, Skate”.

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Zac Carper, Elvis Kuehn, Max Kuehn y Brandon Schwartzel se despidieron contentos de su primer visita y agradecieron una y otra vez a los fanáticos, quienes sorprendentemente todavía pedían más, a pesar de la cátedra de caos y perdición que recibieron durante poco más de una hora. Total, «Life’s A Risk».

 

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