¡Todo inicio tiene un final! Podrán pasar miles de años, la humanidad podrá seguir evolucionando, nuevas tecnologías nacerán e incluso, si Chabelo muere, esto nunca cambiará.
Me atrevería a decir que es una ley de vida, así funciona, una ley que no respeta nada. Sin embargo, muy pocos la pueden romper. En el mundo de la música y específicamente en el mundo del rock se ha hecho. La psicodelia de los años 60 no se conformaba con tener solamente a Pink Floyd como exponente, así que tuvo que nacer una nueva banda llamada The Doors, una banda que como pocas, rompió con esta ley de vida y sí, tuvo un inicio, pero al perecer no un final.
“Hay cosas conocidas y cosas desconocidas, y en el medio están The Doors” expresó Jim Morrison.
Hoy en día The Doors no existe físicamente, algunos dicen que la banda murió en el mismo instante que la luz dejó de reflejarse en los ojos de Jim, aquel tres de julio cuando encontraron el cuerpo de Morrison hundido en la bañera.
Los miembros restantes de la agrupación no querían dar por hecho el final de la banda, así que continuaron por algún tiempo, pero el resultado no fue el mismo; aún cuando todos sabían que el verdadero genio de la banda en cuanto al sonido era Manzarek. En un inicio las especulaciones acosaron demasiado a la banda, se hablaba de integrar como nuevo vocalista a Iggy Pop, sin embargo, eso no fue lo que paso.
Al final, Krieger y Manzarek tomaron el lugar de Morrison cantando, lanzaron dos álbumes y se fueron a gira. Aunque los dos discos vendieron bien, no lograron llegar al público como en la época de Morrison. Lo predecible llegó, los sobrevivientes de la agrupación decidieron anunciar el adiós de The Doors un 30 de agosto pero del año 1973.
El debut del grupo californiano en 1967 había sido espectacular, un éxito rotundo, en gran parte de los Estados Unidos se escuchaban, a la gente les gustaba la melodía, las letras y por supuesto la voz de un desconocido Jim Morrison. El single “Light my Fire” rompió todos los esquemas musicales y pronto Jim Morrison, con su particular voz y estilo, empezó a sentar las bases de un éxito que convertiría a la formación en un claro referente para las futuras agrupaciones de rock. The Doors se convirtió en el máximo exponente de la psicodelia de los 60’s.
Los excesos formaron parte de la vida de The Doors, principalmente en Jim, que fue donde se noto más. Los últimos días del Rey Lagarto ya no era el mismo, se veía cansado, un poco fastidiado y agobiado por las cosas que existían al rededor de su banda. El último gran éxito de la banda fue el álbum L.A. Woman, en 1971, dicho álbum fue el último que contó con la participación de Morrison, ya que tres meses después sucedió lo que todos ya sabemos. Una trágica muerte en París.
Como en todos los álbumes de The Doors, las letras tienen un papel muy importante, en «L.A. Woman» Morrison se despide de su querida ciudad de Los Ángeles, ya que poco después de la grabación viajó a París para no volver jamás. En «L’America» relata una historia del descubrimiento de América, mientras que en «Hyacinth Hause» habla sobre la soledad y la muerte. La poesía surrealista de «The Wasp» deja paso a «Riders on the Storm», donde Jim recrea un episodio de su infancia, en el que sintió que su alma era invadida por un chaman indio, algo a lo que ya se había referido en Peace Frog.
El 30 de agosto de 1973 se firmaba la crónica de una muerte anunciada, The Doors anunciaba su disolución, tiempo después del deceso de su vocalista, Jim Morrison, uno de los mayores mitos musicales del siglo XX.
Sin la imponente presencia de Morrison era fácil de suponer que cualquier intento para mantener a la banda estaba condenado a fracasar. Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore, simplemente se dedicaron a seguir produciendo discos. El resultado a esa continuidad fueron los discos Other voices y Full circle, dos producciones que dejaron en claro que no había más que hacer, sin Morrison, El cuarteto, solo era un grato recuerdo convertido en leyenda.