Kendrick Lamar en Axe Ceremonia: We gon’ be alright

Una nueva edición del festival en el Parque Bicentenario hizo lo que pocos han podido: traer a uno de los artistas más importantes de su generación.

Fue el sábado 23 de marzo. Todo lo anterior ya había valido la pena: el lugar verde, las activaciones, los espacios en los cuales refrescarse para ver las distintas propuestas, artistas de la talla de Grimes, Floating Points, Romy, que desde las 3 habían abordado los escenarios. Pero, el momento estelar, al menos, el de esa primera jornada, siempre había sido Kendrick Lamar.

Y era su primera vez en la ciudad de México (la segunda en el país, después de su visita a Monterrey para el Hellow Festival en el 2017). Las playeras del DAMN (uno de los mejores discos del 2017), las coronas de espina, las chamarras alusivas, casi todo señalaba al ganador de varios Grammys, un Pulitzer… Muchas más cosas podrían escribirse. Pero cuando el rapero de Compton sale al escenario, y empieza a hacer presente su cultura, su historia (las mejores y las peores) y sus pensamientos, la tarea de seguir hablando de él se vuelve innecesaria. ¿Qué decir del qué dice “todo” de sí?

El artista inició con “United in Grief” y “N95”, dos rolas del Mr. Morale & the Big Steppers, y luego, desplegó un mensaje en la pantalla con el que expresó su cariño hacia los mexicanos. Un mensaje, que acababa con la frase «esta noche seamos libres». Kendrick Lamar evocó esa misma libertad de expresarse que él ha venido manifestando desde que empezó su carrera y que le ha permitido exponerse con honestidad ante las cosas que le han sucedido.

I grieve different
Everybody grieves different

A «Element» del DAMN, le siguieron varias rolas del Good Kid, M.A.A.D City: «Backseat Freestyle», «Swimming Pools (Drank)», «Poetic Justice», «Bitch, Don’t Kill My Vibe» y m.A.A.d city», solo interrumpidas por «Never Catch me», la joyita con Flying Lotus. Mientras él rapeaba (con guantes verdes durante toda la presentación), aparecían bailarines con trajes blancos, mensajes políticos. En el público la energía se podía sentir a dos planetas de distancia.

Luego, regresó al DAMN, y abajo lo celebraron, intentando rimar como él en la totalidad de «LOYALTY», «DNA» y «HUMBLE». Para quienes llegaron a Kendrick por esas rolas, eso podía ser suficiente. Pero faltaban canciones del To Pimp a Butterfly, su álbum del 2015 que había pasado desapercibido y del que sonaron «King Kunta», «I» (la sorpresa de la noche) y «Alright».

Más de 20 canciones de set después, queda el cliché de quedarse con las ganas de más. Al menos siempre hay una esperanza. El viernes en Monterrey. Así acaba su concierto, con una advertencia de lo que será su regreso a tierra norteñas. “¿See you next week week?

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