Desde Colombia y con nuevo material de presentación Dalt canaliza sus ecos sensoriales innatos, dando como resultado «¡Ay!».
El enfoque introspectivo de la composición de Lucrecia que apareció por última vez en su fascinante álbum No era sólida, se polarizan en ¡Ay! en una visión subconsciente de los géneros musicales que absorbió cuando era una niña.
Atesorados sonidos de bolero, mambo, salsa y merengue, arraigados en el entorno de origen de la cantante despiertan en ¡Ay! dando esos destellos para este nuevo álbum.
Es una mezcla de ricas texturas acústicas filtradas y características en Dalt, difusa de bordes fácilmente definidos como se exploró con anterioridad en sus dos discos pasados, la inclusión de contrabajos, conjuntos de viento y metales forman destellos de motivos armónicos, destilados a través de ritmos fascinantes.
Trabajó en estrecha colaboración con su amigo y colaborador Alex Lázaro, juntos deconstruyeron la batería tradicional en expansiones serpenteantes de congas, bongos, temple blocks y timbales, los cuales sintonizaron para bailar entre las lúcidas vocales de la colombiana.
En este cruce alucinante de tiempo y espacio, Lucrecia proyecta una mitología de ciencia ficción plasmada a través de intercambios teóricos con el filósofo Miguel Prado. Su interés mutuo por la conciencia y la atemporalidad convocó la historia de una odisea metafísica, narrada por ella a través de letras sedosas en su idioma nativo español.
Las estructuras melódicas intuitivas de su música, procesadas por la memoria y los sintetizadores modulares, llevaron a Dalt a un espejismo de sus orígenes creativos, dando como resultado el álbum que siempre había querido hacer.