Por Camila Perdomo

Durante el pasado Miércoles de Soma, la poeta, escritora y artista sonora Martha Riva Palacio, fue invitada a un diálogo donde presentó algunas de sus piezas, y, donde la investigadora Cynthia García Leyva, presentó notas y apuntes a su obra para dinamizar la conversación. El tema central de la discusión abordó el problema de la voz y su participación sonora en el lenguaje, como evidencia de la participación del cuerpo en la memoria de las narrativas históricas o de resistencia.

Las tres piezas sonoras que pudimos escuchar, Átomo, Insectario féerico y Oli, resonaban en la sala a modo de paisajes sonoros pensados en una clave personal, buscando resonar en la memoria afectiva de los otros cuerpos presentes. Martha Riva se refirió a los cuerpos como cajas de resonancia, donde la voz deviene sonido macrocósmico, desde el microcosmos que lleva consigo como historia emocional o afectiva de una persona. Así, lo que ella llama poética del macro-microcosmos, abre la pregunta: ¿cuáles son los relatos del macrocosmos? La escucha se torna relativa cuando el oído no sabe escuchar. La potencia política de la escucha se encuentra en la posibilidad de escuchar a todo lo que ha sido silenciado vía los espacios cerrados a la resonancia. El ejemplo recurrente durante la noche fue el de la voz de las mujeres, imposibles de ser escuchadas por los oídos de poderes estatales que sólo están abiertos a las voces que los reafirmen.

 

Por otro lado, se insistió en la escucha como una práctica que tiene como resultado la posibilidad de creación de sonidos que posibiliten un espacio. Es decir, en el ejercicio de la escucha, la voz también se transfigura de modo que al hacerse presente crea espacios sonoros que permiten escuchar a través de ella, en lugar de nublar otros cuerpos. La analogía entre voz y discurso político fue uno de los puntos clave de la discusión de la noche, pero no todo se quedó ahí.

La última pieza, Oli, grabación amorosamente procurada por Martha, de la voz de su abuela, acompañada de las Instrucciones para escuchar la voz de mi abuela, reveló la profundidad sonora y afectiva de una voz perteneciente a alguien fallecido, abriendo las dimensiones oníricas de la voz (en sus palabras), donando las posibilidades de escucha entre uno mismo y el otro, sea éste humano o no, pues bien, una tesis importante en la mesa, fue que la voz comparte orígenes con el grito, el alarido, el sonido animal.

 

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