Fotografías: Andrea Gonar
La vida misma, a veces nos da regalos inesperados. La vida misma, se encarga de ponerte cosas buenas en la vida. Cuando una oportunidad llega a tus manos hay que aprovecharla y disfrutarla hasta los limites existenciales.
Moderat llegó a CDMX para presentar su más reciente producción III, mismo que salió este 2016, siendo un regreso muy aclamado y que dio mucha incertidumbre en nuestras mentes. Sala de Armas es solo un pedazo de la inmensidad que alberga el Foro Sol; el lugar en grande y que además de todo, crea una atmósfera llena de austeridad incansable.
Para calentar motores, se presentó Me & Myself, un productor mexicano que experimenta y crea un ritmo sonoro que te cautiva y te hace viajar a otro universo. La relatividad juega con tus neuronas y la inquietud envuelve tus pies al compás de los beats.
«Moderat tiene un performance bastante oscuro. Para que puedas disfrutarlo, por favor no uses algún tipo de luz o flash para filmar.
¡Disfruta del show!»
En la pantalla aparece este pequeño mensaje, y por ende, sabemos que el show audiovisual de este dúo esta por empezar. La gente se emocionó y se empezaba ajuntar más la una a la otra, dejando muy poco para caminar entre ellos, e incluso respirar -claro, como en todo buen show-.
Las luces se apagaron y la gente llena de euforia creo un eco en la Sala, la gente formada por una chela estaba ansiosa por empezar a correr y apañarse un buen lugar, los que estaban formados en el baño, se aguantaron y dejaron su lugar en la fila; estaba empezando uno de los shows -que por cierto fue sold out-, más poderosos en este cierre de año.
El «Intro» hizo que todos se crearan expectativas y de la nada empezaron las primeras notas para «Ghostmother», una canción que viene incluid en su más reciente disco de estudio, pero que fuera de eso, la gente sabía que estaba por pasar, así que en medio de ese mar de gente, los coros no hicieron esperarse.
«A New Error», «Running», «Eating Hooks» y con ella, el remix que Siriusmo, le hizo a esa misma canción. Esas canciones alimentaron el alma bailadora de cualquiera que estuviera frente de ellos. Los visuales siempre son un factor importante y que en todo buen show merece. Esta vez no fue la excepción. Colores, texturas, figuras geométricas; todo un juego visual que a la par de la pantalla y las luces, hacían que tu vista se enamorara de tus oídos, entrando en un éxtasis inimaginable e intangible.
Y es que, al ver este show, cabe mencionar que la vida siempre vale lo que vives. «Reminder», «Animal Trails» y «Last Time» son canciones que poco a poco fueron apareciendo en su repertorio. Para su carta de presentación, recurrieron a sus tres discos que tienen en su carrera como colectivo, los cuales, han hecho que su carrera se vea marcada por fans tan entregados como lo fueron los tres músicos-productores sobre la pequeña pero gran tarima que había en el inmueble.
Como es de esperarse, el show es como un suspiro, se acaba en cuestión de minutos que en realidad son horas, pero por ser tan bueno, no lo ves pasar así. La banda se despide, y dejan a todos excitados, y con ganas de más. Su encore dura muy poco y los visuales empiezan a menospreciar la calidad de show que nos dieron esta vez. «No. 22» y «Bad Kingdom» fueron las canciones que nos pusieron a bailar una vez más, que nos pusieron en las manos y las devoramos cual vil caníbales.
El momento vuelve a decirte: «Hola, soy la vida, idiota». Estábamos tan adentro de la mente que el show de Moderat fue un instante pero quien lo supo disfrutar, salió con una gran sonrisa y diciendo: «Wey, estuvieron chingones».
Ahora entiendo lo de su performance oscuro, y es que el infierno no se ve tan fácil.
¡Gracias Moderat, por un show tan padre!