Por Diego Vive
En medio de figuras femeninas cada vez más atípicas aparece Charlotte Gainsbourg, un nombre que se suma a esa lista de artistas multifacéticas, extrañas, distintas encabezada por Anne Erin «Annie» Clark, alias St. Vincent. Actriz reconocida, musa del aclamado y controversial director Lars Von Trier con papeles igualmente controversiales, compositora, directora de sus propios videos, autora de obras musicales, que igual que ella son interpretación del sentimiento, intuición pura.
En su disco, Rest (2017), demuestra la capacidad de mostrarse desnuda en emociones y cuerpo. Es también una expresión madura y natural de romanticismo y nostalgia.Sin salirse demasiado de sus colores, Charlotte Gainsbourg entrega un álbum parejito, en sonidos y sensaciones, ahondando en la nostalgia, en el despertar sutil de la mañana, en los silencios solitarios.
Dueña de sus recursos y sus herencias, las utiliza para expresar sentimientos de tristeza y de rabia derivados de la relación con su padre y la pérdida de su hermana. Un poco de Carla Bruni por allá, otro poco de Ana Torroja. Otro más de Japanese Breakfast o de Eurythmics. Y a todo eso hay que señalar las aportaciones McCartney o la mitad de Daft Punk que le dan cohesión a un disco íntimo más no impenetrable, expansivo pero claramente delimitado. Un álbum que se hace sentir incluso estando lejos del plano lírico.
Rest se mantiene en regiones frías pero no tan frías y en puntas tecnológicas. Abundan por eso los sintetizadores que podrían rastrearse al postpunk, al electropop, y hasta el new wave, sin dejar de sonar moderno, un poco al Justice más mínimo, al Air más delicado. Coherente en intenciones e intuiciones, con ideas bien trazadas, que pueden percibirse en canciones como “Ring-a-Ring O´Roses” que es hipnótica y erótica, “Lying with you” tensísima y penetrante, “I’m a Lie” donde unos teclados evocan un lugar extraño, lejano, casi marciano o “Rest” tan delicada que ofende, que transgrede, que hace gotear.
Más no todo es rigidez. En Rest también hay espacios para relajarse, y bailar, excepciones excepcionales. Prueba de ella el single “Deadly Valentine”, un electrop desafiante capaz de reanimar a Alizée, “Silvia Says” una rola con hype, con grandes bajos, cúspides para bailar sensualmente, y que llega a sonar a Madonna. O “Songbird in a Cage” una rola que igualmente tiene el Groove y la tensión para mantenernos a punto de liberar esa cápsula que es el cuerpo. Rola por rola, algo nos desquicia, algo nos hipnotiza, algo nos entristece.
Rest es un disco de diferentes tonalidades de grises y colores pardos. Con canciones enigmáticas y extrañas, que alternan francés e inglés, bien podría ser el soundtrack perfecto de un ciclo de cine francés, o alguna con MonicaBelluci. Ideal también para noches melancólicas y sensuales.