La chica del clima en las noticias dijo que el día estaría soleado, con un 30% de probabilidad de lluvia. ¡Un 30%! Eso es menos de la mitad, sin embargo todo eso fue mentira. Una tormenta horrible cayó sobre todos los asistentes, obligándolos a correr al escondite más cercano. Pero eso fue después, antes debo contarles cómo llegué a estar en medio del diluvio.
El viernes inició la serie de conciertos gratuitos que forman parte de la Semana de las Juventudes organizada por el INJUVE año con año. En esta ocasión se contaba con dos escenarios. Uno ubicado en la Plaza de Santo Domingo, y el otro en la explanada del Zócalo, el primer día contó con la participación de bandas como: Los impacientes, Capo, Adiós París, Kill Aniston, LNG/SHT, Esteman, y Carla Morrison. (¿Y Dënver y Fobia? Ya ni me digan que sólo de acordarme me pongo triste).
El día empezaba bien en el escenario de Santo Domingo, un poco de retraso en el proceso de las acreditaciones, pero nada fuera de lo normal. La primera banda que vi fueron Los impacientes, que, a decir verdad, jamás había escuchado sobre ellos. «Son unos niños» fue lo que pensé cuando subieron al escenario, y no es que yo sea un señor; me refiero a que no es común ver bandas tan jóvenes, literal, con caras de niño sobre un escenario, al menos que se trate de una boy-band de esas que no valen la pena, pero nada que ver en esta ocasión. Estos chicos sí valen la pena y no tardaron nada en conectar con sus seguidores. Su música es tranquila y va entre el pop y el rock y si le agregas esas letras que hablan de amor, lo que hacen se convierte en algo fácil y agradable de digerir. Algo que me gustó mucho de estos ‘niños’ es que al terminar su presentación, se salieron de la zona designada para las bandas para poder convivir con sus fans, firmar autógrafos, tomarse fotos etcétera.
Llegaba el turno de Capo, con los cuales tenía una deuda pendiente. —Hola Vicente, soy Emilio, quiero ser fotógrafo y un día tomarle fotos a tu banda— le dije a Vicente Jáuregui, guitarrista de Capo, en una clase de periodismo musical en la cual él era el profesor y yo simplemente un alumno más.
Dos años después aquí me los topaba, ya con una cámara y con una acreditación. En cuanto los vi llegar inmediatamente me lancé a la zona de camerinos, obvio no me dejaron pasar, pero pedí hablar con Vicente. Jáuregui salió, lo saludé y le recordé aquella escena ocurrida años atrás, no sé si en verdad lo recordó o solo me dio el avión, pero se portó súper buena onda. —Qué chido lo que me dices, y qué chido que por fin nos dieran chance de tocar en la Semana de las Juventudes—, comentó. Lo que es un hecho es que Capo y yo teníamos una deuda, la cual por fin pude saldar. En cuanto a su actuación, al principio tuvieron unos pequeños problemas de audio y eso los retrasó un poco, pero en cuanto se solucionó pusieron a corear a todos los asistentes canciones como “Laberinto”.
A los de Adiós París ya los conocía de vista, una vez fueron a la estación de radio de mi universidad para dar una entrevista, sabía que era una banda de música, pero no presté mucha atención a lo que hacían en esa ocasión. Estos cuates traen toda la actitud: son súper buena onda tanto en lo musical como en el trato con la gente. Son de esas bandas que aunque no sean tu género, te hacen mover el pie para seguir su ritmo. Me agradaron.
El grupo que seguía era Kill Aniston, muchos me decían que sus canciones llegaban de verdad, y aunque no me encante su música, los tipos ejecutan bien, tienen presencia en el escenario, y sí; en efecto, tienen rolas que te llegan, como «Lo siento pero es la verdad» o » Cuando miras hacía el sur»… pero shhhh, es un secreto.
LNG / SHT me encantó desde que lo vi en El Festival Lunario Tierra Adentro (hace apenas unas semanas). Este tipo es todo un rockstar pero ni siquiera hace rock. Lo que hace son unas rimas geniales, y aunque no me guste el rap, con él hago una excepción. Además, su irreverencia hace que caiga bien inmediatamente y todo el público lo siga. Pero como a él ya lo había visto, sólo le tomé unas cuantas fotos y me fui al escenario del Zócalo, ahí estaría tocando Esteman. A él no lo conocía, pero algo me decía que debía estar ahí, no sé por qué. Instinto quizá.
Justo cuando estaba llegando al escenario del Zócalo, Esteman daba la bienvenida a una invitada para cantar una canción con él, y no sólo eso, se iba a grabar la presentación como parte del videoclip de la rola, esa invitada era nada más y nada menos que Natalia (el amor de mi vida) Lafourcade. ¡Ya Ven! Sí tenía que estar ahí. Moraleja: Sigan sus instintos en los conciertos.
Al mismo tiempo que Natalia y Esteman compartían escenario la lluvia comenzó a caer. Yo aún no protegía mi cámara con las simples, pero siempre salvadoras bolsas (todos los fotógrafos saben de lo que hablo, ¿verdad?). Pero no me importaba, estaba Natalia en el escenario y no podía no tomarle fotos. Siempre había querido hacerlo pero no se había presentado la oportunidad. Fui muy feliz en ese momento. Esteman también tiene lo suyo, el tipo es carismático a más no poder, trae el ritmo en la sangre, y hasta me daba envidia su manera de bailar, además, su bajista era niña, y ya saben lo que opino al respecto de las niñas en una banda. ¡Todo bien con Esteman! cuando llegó el turno de “Baila” hizo que todos los presentes practicaran sus mejores pasos, pero ninguno podría competirle. Seguro el tipo también siguió sus instintos ya que se despidió justo unos segundos antes de que la tormenta se hiciera caer.
Ya preparaban los instrumentos de Dënver cuando Tláloc hizo de las suyas. Y como no todo en la vida es felicidad, y si con Natalia Lafourcade fui muy feliz, era momento de que las cosas se voltearan. Una tormenta de esas de las feas empezó a caer sobre todos los asistentes. Ahora estamos en el punto que mencionaba al principio.
Una carpa de Locatel ubicada a un costado del escenario fue mi refugio y el de otros colegas durante casi 35 minutos. La carpa hacía lo que podía pero el viento era tan fuerte que el agua entraba por todos lados. Uno como quiera, se enferma, y es excusa perfecta para faltar a la escuela y al trabajo, pero… ¿y mi cámara? A mí lo que quieran, pero no se metan con mi cámara. Esa era mi preocupación real.
Después de un rato, la lluvia paró. Regresamos a la intemperie, pero la incertidumbre invadía a todos. ¿Qué es lo que va a pasar?, ¿se va a cancelar? Hay muchas personas en el escenario, pero ninguna es Dënver, ni Carla Morrison, ni Fobia. Se notan preocupados y discutiendo algo. Los organizadores nos piden calma y paciencia, pero es que ni ellos saben que es lo que pasará.
—Fobia ya canceló, lo publicaron en Twitter—, dijo un colega provocando la furia-tristeza y cualquier otro sentimiento parecido de muchas personas. —Parece que el agua afectó las conexiones y algunos instrumentos. Esto ya valió—, se comentaba también. Pero… y ¿Dënver? y ¿Fobia?
Unos minutos después los organizadores del evento nos llevaron al área de prensa. Ponían micrófonos, una mesa, y luces, como si de una conferencia se tratara. «Esto no es buena señal, seguramente saldrán a decir que el concierto se cancela», pensé.
María Fernanda Olvera, directora del INJUVE, salía y nos confirmaba lo que ya se rumoraba. La participación de Dënver y de Fobia se cancelaba, y se pospondría para el sábado y domingo respectivamente. La lluvia había jugado en contra de todos, organizadores, bandas, prensa, y asistentes.
—Estamos revisando que todo esté en orden para poder continuar con la participación de Carla Morrison—, comentaba la directora del INJUVE.
El mismo mensaje se dio segundos después sobre el escenario. Al escucharlo, algunos asistentes decidieron irse, otros se quedaron, “porque si ya me mojé pues me quedo hasta el final”, comentaba una chava que se encontraba a mi lado.
Después de unos minutos Carla Morrison salía al escenario. “No que no, Zócalo” gritaba la originaria de Tecate, Baja California. —Gracias por esperar, y una disculpa por el retraso, pero teníamos que asegurarnos que todo estuviera en orden para que este sea el concierto más chingón—, agregaba mientras el público gritaba de emoción.
Siempre había escuchado a los haters de “La Morrison” y con esa idea me había quedado. Pero la realidad es que tiene una voz inigualable y la usa perfectamente, ella sabe lo que es cantar, y de sus letras no se diga, tocan temas que a todos nos pasan, es casi imposible no identificarnos con alguno. Además ella sabe cómo ganarse al público y disfruta el escenario como pocas.
Sí, estaba triste porque yo quería ver a Dënver, ellos me provocan muchos sentimientos encontrados y nunca los he visto en vivo, por supuesto que también quería ver a Fobia, de las primeras canciones que toqué con una banda fue «Veneno vil», y desde ese entonces nunca me separé de lo que hacían. Pero Morrison hizo más amena esa tristeza, después de todo… ni ella, ni los organizadores del evento, ni el público, ni la prensa tuvimos la culpa. La culpa fue de Tláloc y de la chica del clima que dijo que estaría soleado con un 30% de probabilidad de lluvia. ¡Ja!