Corona Capital 24: Nostalgia hacia el rock en un día hipnótico

El primer día del Festival Corona Capital resultó ser toda una extraña delicia en una jornada predominantemente rockera.

Foto de portada: Fb Corona Capital

Por más que se hizo un esfuerzo por equilibrar los actos, el sentimiento general fue que la apuesta del día se decantó hacia esa vaga y amplia categoría llamada «rock». A diferencia del día sábado, donde se percibe con más fuerza la diversidad de géneros como el pop (con Shawn Mendez y Melanie Martinez, a la cabeza), el postpunk (de New Order y Boy Harsher) y la electrónica (también New Order y, por supuesto, The Blaze), la propuesta del viernes fue encabezada por bandas con una estructura bajo-guitarra-batería, y que utilizan, en su mayoría mucha distorsión.  

El Corona Capital, para los que llegan temprano, también ofrece la oportunidad de conocer una buena cantidad de proyectos, hasta algunos que quizás nunca más vuelvan a figurar, y otros que llegarán a convertirse en futuras cabezas de cartel. Fue así que desde las 230 h empezaron a sonar proyectos como Blü Eyes, Lo Moon, City and Colour y The Beaches en cada uno de los cinco escenarios repartidos por la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez.

Pero no fue sino hasta las 430 h que el festival empezó a convertirse en lo que es: en un evento de masas. The Vaccines, en su regreso al Corona tras 12 años de ausencia, confirmó que es una carta segura de la industria del rock de estadio. La banda británica formada en 2010, tiene suficientes canciones coreadas por su público para creer que conseguirá algún día cerrar un escenario. Le siguió Blonde Redhead, que empezó la transformación del festival Corona Capital a un Hipnosis. La banda neoyorkina de rock alternativo formada en 1993 por Kazu Makino y los gemelos Pace, generó en el escenario principal una vibra que evoca a ese Radiohead de los primeros álbumes e, incluso (para mí, al menos), a ese Placebo de los noventa. Un momento magnético, sin duda.

Pero no había tiempo de reflexionar a Blonde Redhead porque, justo al terminar, tocaba otro de esos proyectos que uff… hay que ver para creer. O, en este caso, que hay que sentir. Lo que sea que signifique eso. Justo en esa hora increíble del atardecer le tocó el turno a BadBadNotGood. No sé cómo llamarlo, pero algo surge en la experimentación frenética del jazz, el funk, el R&B y el rock progresivo. Aunque el colectivo tuvo algunas ligeras fallas técnicas, la experiencia BadBadNotGood fue un deleite para recibir la noche con una mezcla única, extraña y sublime de música.

Después de ese viaje llamado BadBadNotGood, Clairo dio un respiro con su música más suave y más amigable. Pero esto fue solo una pausa. Venía otro gran momento para el Corona Capital con la presentación de una de esas bandas que tienes que ver si te gusta la improvisación en vivo: The Mars Volta. Un show insuficiente, de apenas hora y diez que, más que concierto, parece una sesión de jam en la cual cada uno de los músicos parece querer llevar la rola a una nueva intensidad. Pocas canciones le bastan al proyecto para extenderse y llevar sus cuerpos a sus límites. Un Cedric Bixler-Zavala, histriónico, compite con su voz para igualar la distorsión de las cuerdas de Omar Rodríguez-López que, a su vez, se complementa a la perfección con la baterista Linda-Philomène Tsoungui. El resto de la agrupación (la bajista, el percusionista y los teclados/sintetizadores) persisten en su intento por interpretar, casi sin interrupciones, rolas como «Drunkship of Lanterns», «L’Via L’Viaquez», «Cicatriz ESP», formando en conjunto un momento de catarsis que podría confundirse con ruido.

Después de The Mars Volta, llegó la hora de tomar la primera gran decisión del festival: o ver a Cage The Elephant o a Warpaint. Pero, como del primero habrá tiempo para hablar ahora que le abra sus shows en México a Oasis, elegimos al segundo. La banda de indie rock de Los Ángeles mantuvo una atmósfera rockera que ni siquiera Zedd logró cambiar con su presentación electrónica. Y menos cuando su show estaba programado para la misma hora que una banda con la que regresaba la dosis de nostalgia a la que nos tiene acostumbrado el Corona.

Toto fue una sobredosis de nostalgia hacia el rock, hacia los clásicos, hacia Universal Stereo. Sí. Esa banda formada en 1976 de la que mi papá me hablaba y me hablaba. Ese súper grupo formado por músicos de estudio que habían tocado con los mejores de su generación. Nada más Steve Lukather ha tocado para artistas como Aretha Franklin, Elton John, Eric Clapton, Michael Jackson. Con rolas (¡qué digo rolas, con CLÁSICOS!) como “Hold the line”, «99», «I’ll Be Over You», “Georgy Porgy”, y hasta la versión de «With a Little Help From My Friends», es que los asistentes esperaron con paciencia la interpretación de esos dos rolones históricos que medio mundo occidental alguna vez ha escuchado. La primera de ellas, «Rosanna» nos permitió cantar «Meet you all the way, meet you all the way, Rosanna, yeah»); y luego, «Africa»…

«I bless the rains down in Africa
I bless the rains down in Africa (ooh, I’m gonna take the time)
Gonna take some time to do the things we never had, ooh-hoo»

Y el segundo momento nostálgico llegó con Green Day que, si bien trae nuevo disco (Saviors, 2024), aprovechó para darle un recorrido al Dookie y al American Idiot, que cumplieron 30 y 20 años respectivamente. Green Day manifestó con su experiencia por qué ha estado presente en las últimas tres décadas con su punk rock, y por qué ha marcado a distintas generaciones. Su show es una mezcla de visuales, pirotecnia, interacción con el público, una fan que sube a cantar con ellos, además de una buena cantidad de canciones e, incluso, de covers a canciones clásicas. Además, Billie Joe Armstrong tiene carisma para mantener su etiqueta de cabeza de cartel, al grado que se tomaron diez minutos más de la hora señalizada para interpretar dos de sus canciones más emblemáticas: la rola más épica que haya hecho la banda, “Jesus of suburbia” (completita), y «Good Riddance (Time of your life)», en versión acústica para cerrar una linda jornada con…

It’s something unpredictable
But in the end, it’s right
I hope you had the time of your life

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