Fotos cortesía de Akamba
Describir una palabra es fácil, a veces solo buscas en el diccionario para saber su significado, pero en ocasiones conocemos tan bien dicha palabra, que basta con rememorizar para encontrar la descripción perfecta si escuchan la palabra «fuego».
Evolución
El fuego es quien definió la evolución del ser humano, un antes y un después en la humanidad después de su descubrimiento, sobrevivir ya no era tan complicado existía calor para luchar contra el clima. Y hasta cierto punto encontrar fuego es un cambio de conciencia y percepción, es tener el control de una deidad en sus manos, es tener al sol a ti disposición.
Segunda edición del festival Akamba en tequila, Jalisco, el inicio es las 3:00 de la tarde y el sol, como buen rey, aparece a la hora indicada para señalar su reino. Entre agaves y tierra el festival inicia. La bienvenida consta de banderas ondeando por el viento.
Cerca de 30 grados, los asistente en su mayoría usan sombreros, gafas y camisas para sobrevivir a la temperatura. Sotomayor se escucha a lo lejos con su latic electronic,
Una edición descrita como sencilla sensibilidad, el arte que acompaña al festival es una construcción ilusoria que juega con la visión de los espectadores para convertirse en espejismos entre la diversidad desértica de Jalisco.
Lo incontrolable
Muchos de los grandes desastres naturales son gracias a los incendios forestales, la incontable llama se abre camino sola, sin necesidad más que del viento para crecer y devorar los verdes bosques.
Akamba se puede describir como Incontrolable en ciertos aspectos, el calor es algo que sin dudas está en las manos de los asistentes, pero con cerveza y tequilas se hace llevadero. Otro incontenible hecho es el de las pasiones que la música despierta Connan Mockasin con Forever Dolphin love o Chancha Vìa Circuito, seudónimo que adopta el productor Pedro Canal .
Danzar al rededor del fuego es un ritual amaestrar que Akamba retoma para sus espectadores, entre llamas y cenizas la gente mueve sus brazos hacia el cielo, como niños que buscar alcanzar las nubes o las llamas solares, Iñigo Vontier entra al escenario, entre luces de neón y el polvo que el viento arrastra, el espejismo aparece como ilusión sedienta entre el desierto .
Lo intenso
El fuego puede ser uno de los elementos más intensos, sofocantes y hasta peligrosos, puedes tocar el agua, sentir el viento en tu rostro y caminar entre la tierra, pero lo intenso del fuego no permite ese contacto cercano entre los hombres y las llamas.
Andy Martín y su consola prenden a la gente, el sol comienza a ceder su lugar a la luna, y la temperatura desciende a lo largo de la caída solar, el baile continua y la intensidad del público sube cuando baja el calor.
La puesta de sol se convierte en el mayor exponente y manos se alzan para despedirlo, la música continua y los tragos también, L’Imeratrice suena al fondo, es un ritual de despedida al astro mayor, tambores, beats, caderas y palmas se contonean entre la obscuridad y el neón.
Cenizas
Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero cuando se trata de fuego, donde hubo Incendio cenizas quedan, y aquellas pueden volver arder. No sé sabe si si una esquirla de fuego puede encender de nuevo un bosque entero.
En Akamba así sucede, no existe un final concreto todo es una continuidad de energía, a veces un tanto baja y en otras ocasiones parece una fogata con esa humareda que la hace ver más potente. Zombies in Miami suben la temperatura y el ritmo del público, el calor se convierte en frescura y todos bailan sin pesades ni agotamiento.
A la luz de las estrellas todo asemeja a un espejismo, en medio de agaves y luces neón la gente camina por el prado, el aroma huela a tierra fresca y como chispazo de cerillo Roderic enciende la noche, brincos, sombreros y vasos de cervezas se vuelven la constante en el escenario en que también se presenta Monolink.
Todo se convierte en un incendio que rápidamente consume la noche, la energía de las personas desciende cerca de las 6 de la mañana. Y de pronto todo se desmoronó como carbón al arder más de 12 horas, el toque del viento deshace los rostros que como leña quemada se evaporan para desalojar el lugar.
Y así lo que fue un ritual de fuego se convierte en cenizas que cada año despiertan para darle la bienvenida a los latentes corazones de carbón que encuentran su chispa para encenderse en Akamba.