Fotos: Cortesía Zaid G Guerrero
Este viernes, El Muchacho de los Ojos Tristes hizo felices a muchos de sus fans o como ellos mismos los llaman, sus amigos, quienes se dieron cita en la terraza del Centro Cultural España para disfrutar de un show muy especial.
Como banda abridora contaron con la presencia de Electrum, quienes llegaron directo desde Toluca para poner ambiente con su psicodelia, con canciones como «Interestelar» y «Astronauta», dejando el escenario listo para lo que se aproximaba.
Alrededor de las 10 de la noche, Abel, Juan, Eric y Wa subieron al escenario para comenzar a hacer magia, mientras reflejaban una gran emoción y felicidad de poder dedicarle a sus fans y amigos este concierto, además de que también se esforzaron por interactuar con ellos, lo que le dio un plus a la noche.
La primera canción en sonar fue «Ofrenda», y justo esto fue lo que ellos entregaron al público, con una escenografía que nos regaló un ambiente de ‘misterio’; al centro del escenario podíamos ver una canasta con una foto de la banda, unas velas y unas flores.
Sus fans cantaban con una gran pasión y amor, lo que también se reflejaba en la interpretación de los músicos.
Entra las canciones más coreadas estuvieron: «La chica del tambor», «¿Qué pasaría?» y «Un delfín».
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue poder escuchar el cover que presentaron hace unos meses de «Cien años», un bolero que le dio un toque nostálgico a la noche.
Además, el show tuvo dos invitados especiales: Alexa Bandín para interpretar «Santo remedio» y Beck Noise con «Maldito Vagonero».
El fin se aproximaba, pero antes tocó turno a «Tengo que saber si tú me amas», una canción llena de emociones y antes de irse nos regalaron una última canción, gracias a la petición de sus fans, así que «Para no amarse cualquier pretexto es bueno», comenzó a sonar y con ella, la emoción del público se desbordaba; la gran mayoría cantaba y brincaba de felicidad.
Para terminar con la noche, no podía faltar la foto del recuerdo con todos sus fans y amigos, momento en el que todos se abrazaron entrañablemente para guardar el recuerdo con una última sonrisa.