Algo que le reconozco a Qbo es su base sólida y leal de fans que los han acompañado a lo largo de su trayectoria. Si el año pasado, en su fiesta de quince en el Lunario, tiraron la casa por la ventana para complacer a sus admiradores, ¿qué podía esperarse de su primer Plaza Condesa? No todas las bandas tocan en el Condesa; es un orgullo ser uno de los pocos nombres mexicanos en una agenda repleta de Festivales internacionales como el Corona, el Hipnosis o el Radio bosque, o en un panorama donde los nombres más fuertes son el de Muse o el de The Cure.
Tres fueron las bandas invitadas, que sirvieron como precopeo. La mexicana Etel sorprendió desde las ocho con un set corto, pero fresco. Una banda local prometedora, rock bien ejecutado con estructuras sólidas.
Le siguió Fellowcraft, banda que acompañará a Qbo en una gira por los Estados Unidos. No lo hizo nada. Su rock es potente, evoca a los Stone Temple Pilots con ligero sabor a Interpol. Fue una presentación enérgica, que tenía, al parecer, una razón más para la intensidad: era el primer concierto en México de Pablo, el guitarrista mexicano residente en los EUA.
El tercer telonero fue una banda mexicana que mezcla la electrónica con el rock suave, ATMA, una propuesta indie que bajó los decibelios y subió la bohemia. Fue la calma para la charla, el cigarro, la cerveza antes de esa tormenta eléctrica llamada Qbo.
Una vez que Qbo salió todo se convirtió en una fiesta retro. Canciones como “Desvanecer», «Lo que tus sueños cuentan», “Para Seguir”, “Fantasma”, «No más» llevaron a sus fans a rememorar otra época, antes de que Allison fuera Allison o Finde, Finde. La prepa para los chavos, la secu para los rucos. No fue un día común para Toño (vocalista y guitarrista), Tarro (baterista) y Lu (el bajista), y ellos lo sabían. La actitud que traían los ayudó mucho a transmitir la electricidad de sus rolas, y a compartir el entusiasmo que los asistentes correspondieron con headbanging, puños arriba, y el grito a todo ardor de cada una de las canciones.
Si algo le ayuda a Qbo es precisamente su entrega, ese carácter decidido de dejar todo el sudor posible encima del escenario. Y esta vez, tenían razones de sobra para entregarse a su público: su primer Plaza, sus más de quince años de trayectoria, y su nuevo disco, Inmortal, del que tocaron varias rolitas como «Sigue» y «Duele». Además, la banda traía ases bajos su manga. El primero, fue cuando se dieron el lujo de coverear “It´s no good” de Depeche Mode, en una versión menos sexy, pero más rockera.
Luego, llegaron los invitados. DJ Cat Scratcho de Lng/Sht subió y tomó la tornamesa, en una ejecución que de inmediato recordó el inicio más pesado de la banda. Después tomó el teclado para echarse un palomazo de improviso, preparado en el soundcheck, y que ahí les salió (más o menos).
Cuando acabaron su presentación los fans se veían muy satisfechos. Más de dos horas de concierto, muchas sorpresas, la mayoría de las rolas favoritas; energía y recuerdos sabor a prepa. Todas las razones por las que uno paga un boleto de Qbo. Es bueno saber que, entre todos esas nombres como Mika, Metric, Kakkmaddafakka, Yeasayer, Beirut, Kaiser Chiefs en la agenda del Plaza aparece una banda mexicana que ha sabido ser resilente con su música, su rock and roll, y sus ganas de creérselas. Qbo, ¡felicidades!