Warp XIII: Unkle y Thieves like us en el Auditorio Blackberry

Si hay algo claro en esta dolorosa y bella Ciudad de México es que, contra la lluvia, el caos y el pánico colectivo, solo el baile, la música y las luces protegen. Los motivos para celebrar nunca faltan, y ese martes 17 de septiembre había de sobra. Cumplir años para un medio que se especializa en música no es fácil; se hace mucho con tan poco. La mayoría de las veces, uno lo hace por amor al arte. En fin, no son pocas las dificultades que un medio encuentra en el camino. Por eso, resulta muy gratificante saber que WARP Magazine haya cumplido 13 años difundiendo música. ¡Y qué mejor forma de celebrarlo que con música en vivo! Thieves like us y el regreso de UNKLE fueron suficientes para demostrar la gran curaduría que posee esta revista.

La sede de la fiesta fue el Auditorio Blackberry, un foro que se caracteriza por dos cosas: un excelente calendario de conciertos (pensar que ahí se presentaron Jungle o Kasabian) y una mala organización para el acceso. La tromba y un tema mal resuelto de pulseras y boletos, impidieron que Thieves like us pudiera presentarse ante un foro casi lleno. Pese al ambiente disperso y mojado, Andy Grier (guitarra y voz) y compañía lograron conectar de inmediato. Sus beats son bajos, su electrónica oscura, perfecta para el mood a veces agónico y pardo de la ciudad en martes. “Your heart feels”, “Worthy to Me,” “Bleed Bleed Bleed,” cargaron el ambiente de una nostalgia bailable.

Thieves like us agitó cuerpos. La mayoría bailaba con los ojos alternando hacia el piso y el escenario como si fuera un concierto de shoegaze electrónico. En correspondencia, Grier agradecía en español al público. Aunque fue, quizás, una presentación muy corta para apreciar el alcance de la banda Thieves like us, se trata de una agrupación que vale mucho la pena ver en vivo. Por eso, cuando cerraron su presentación con “Shyness”, se sintió que habían cumplido: dejaron el ambiente cargado de energía, algo que James Lavelle, mejor conocido como UNKLE, supo aprovechar a la perfección.

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Mientras se instalaban los instrumentos, la pantalla del escenario se iluminó con la leyenda “All Artists Are Either Cowboys or Indians”, frase que, al menos en mí, generó expectación no solo por su alcance, sino por lo que el proyecto de James Lavelle representa: a veces algo confuso, a veces ambiguo, siempre muy profundo. Al final, la calidad de UNKLE es tal que ha colaborado con artistas del tamaño de Thom Yorke, Richard Ashcroft, o Josh Homme, solo por mencionar algunos. Electrónica ecléctica y quimérica, pesimista en mensaje, pero llena de vida. Eso fue precisamente su show.

El contraste de UNKLE con Thieves like us se vio de inmediato. Una tornamesa, una batería y unos sintetizadores, aparecieron para dejar claro que, a veces, solo eso se necesita para una verdadera fiesta.  ¿Qué tipo de artista seré yo? Pensé mientras esperaba a que salieran. ¿Más importante, que tipo de artista será UNKLE? ¿Indio o vaquero? Cuando salió, con “Requiem”, y empezó su presentación, me di cuenta de que es ambos: un combate extraño entre la edm más densa y la melancolía más amarga. James Lavelle se apoderó de la tornamesa y empezó a soltar tema tras tema, en una extraña mezcla entre un Dj Set y un auténtico “Live Full band”. Eso sí, el frenesí de la batería de Alex Thomas y la densidad sonora de los sintetizadores y guitarra de Steve Weston ayudaron a darle volumen al sonido, algo que se potencializó con la acústica del Blackberry.

Hubo poco descanso entre canciones. Aunque el pretexto era promocionar su más reciente material, The Road: Part II (Lost Highway), UNKLE en realidad se encargó de mezclar toda su carrera y sus colaboraciones. “Chemistry”, “Let It Be” y “Caged Bird” aceleraron las pulsaciones. Las canciones se combinaban. “Looking for the Rain” o “Bloodstain” con “Arms Length”, demostraron que en México la música es un auténtico alivio: la gente solo quiere bailar y divertirse por las noches. Parecía un rave que podía extenderse toda la noche, con unos visuales que ayudaron muchísimo a conectar al público. Luego vinieron “Rabbit In Your Headlights” y “Restless”, y las voces conocidas de Yorke y Homme emocionaron aún más al público. ¿Se podía?

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El momento más álgido llegó con “On My Knees”, tema inspirado en Roma, en donde la voz de Michael Kiwanuka se acompañó de un video de la película de Alfonso Cuarón, que reveló la hermosa fotografía de la cinta desde una nueva perspectiva. Con “The Road,” “Touch Me” y un cover fantástico de “I Feel Love” de Donna Summer, parecía que la fiesta se extendería por horas. Pero no fue así. Lavelle solo aplaudía, levantaba los brazos, tomaba fotos del público; no podía creer la resistencia de la audiencia mexicana. Claro, no ha pasado estas trombas, estos tráficos, estos infiernos cotidianos. Por ello, nos agradeció por ser una de las mejores audiencias, cosa que (¡vaya!) es tan lugar común por ser cierto.

Cuando se despidió con “In a State”, ya era hora de descansar de tanta electricidad. A la gente poco le importó la pequeña falla técnica del final. Ya era suficiente para ser martes. Y aunque los asistentes se quedaron todavía unos minutos esperando más, lo único que apareció en la pantalla fue la frase “There will be no miracles here”. Pues no. Los milagros no existen. Lo único que podemos hacer para darnos esperanza, es bailar, celebrar y amar la música y el arte. Porque eso es lo único que tenemos. Aunque todos los artistas sean indios… aunque todos los artistas sean vaqueros.

James Lavelle
James Lavelle
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