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Por: Verónica de la Mora
A lo largo de su carrera, Whitney nos ha demostrado que es una banda que consigue crear canciones aterciopeladas entre elementos del folk clásico y algunos toques de “indie” pop, que logran superar las etiquetas para brindar al escucha un momento íntimo, en el que una serie de emociones, entre la melancolía, nostalgia e incluso el amor, se dan cita en sus composiciones.
Como uno de los shows inesperados dentro de la –ahora- amplia cartelera de conciertos del formato “Irrepetible” de OCESA, Whitney fue uno de sus actos que se colaron dentro de la propuesta folk. Y a pesar de que su comunicado de prensa prometía en este show una velada “melancólica” acompañada de un cuarteto de cuerdas para rematar, resultó todo lo contrario.
Eran las 9:00 pm cuando los gritos de la sala de espera del show se silenciaron para presentar al grupo, quienes portaban cubre bocas al entrar al escenario y poco a poco se acomodaban en su sitio.
“Forever Turned Around” fue la canción elegida para comenzar el show, Julien Ehrlich se acercó al micrófono para darnos una interpretación sensible, gracias a su voz suave y firme que encajaba junto a la energía del resto del grupo. Asimismo, Max Kakacek en la guitarra daba buenos acordes y cada melodía era aderezada por las cuerdas de violines y trompetas suaves, las cuales han marcado la identidad del grupo en sus últimos álbumes.
Dando una bienvenida discreta y un poco tímida, el conjunto de músicos en pantalla continuaron con canciones como: “No Matter Where We Go” y “Giving Up” (siendo esta el fan track de la noche, ideal para los románticos).
A cada canción, observábamos al grupo tranquilo y en sintonía constante, cada uno se veía feliz al estar tocando e incluso aplaudían sus mejores interpretaciones como en “Day & Night”.
Si algo hace especial a estos shows por streaming, son los covers o reinterpretaciones de temas clásicos, tal es el caso de: “Rain” de SWV, una canción en la que Ehrlich dejó la guitarra para tomar las baquetas y cantar; dándonos una vibra entre el jazz y el funk que amenizó la noche.
Así como hay momentos mágicos dentro de la noche, en los que las melodías felices o románticas llegan; al menos en el dueto de Kakacek y Ehrlich tampoco puede faltar ese lado que “pega” en la nostalgia y melancolía, para ello decidieron tocar: “Used to be Lonely”- aquí si solté un poco la ‘lloradita-.
Continuaron canciones cuyas interpretaciones fueron tiernas y pausadas como en “Polly” y “Hammond Song”, así como un clásico que nunca queda fuera dentro de los setlists de conciertos del grupo: “No Woman”.
Debo reconocer que el cuarteto de cuerdas que acompañó a Whitney consiguió darle un aire distinto a cada canción, ese olor a madera de cada instrumento y el sonido único, traspasaba la pantalla para mostrar un nuevo estilo y acércanos a las letras del grupo.
A lo largo del show, las cámaras lograban capturar a cada integrante de la banda en su mejor momento, la intimidad del escenario que estaba iluminado por luces cálidas y suaves, mostraba que Whitney no necesitaba una gran producción para poder hacernos vibrar a la distancia, y mucho más con canciones tranquilas para una noche de jueves.
“Golden Days” fue uno de los highlights de la noche, gracias a su coro refrescante. Casi cerrando el show, siguieron temas como: “The Falls” y “Southern Lights”, un cover a Allen Toussaint con vibra a lo country.
Después de una hora y fracción de concierto, Whitney se despide mientras que Kakacek fuera del micrófono dice en español: “Gracias”. El grupo comienza a tocar “Valleys (my love)” para mandarnos a dormir con una balada romántica en la cabeza.