Noche del viernes 23 de septiembre, mientras la lluvia empapaba la CDMX y hacía correr a sus habitantes para resguardarse de ella.
En el interior del auditorio BB se vivía una atmósfera diferente, donde la música de los marcados ritmos de Trentemøller reinaba con una balacera rítmica a los cuerpos de los asistentes, quienes bailaban, brincaban y olvidaban las presiones de la semana.