El Salón La Maraka de la Ciudad de México fue el escenario de una noche inolvidable, marcada por la magia del flamenco y el bolero. Diego El Cigala , con su imponente presencia y su inconfundible voz, celebró el 20 aniversario de un álbum que se ha vuelto icónico en la historia de la música: Lágrimas Negras . Este disco, que fusiona de manera sublime el bolero con el flamenco, es un homenaje que sigue resonando, originalmente llevado a la vida por El Cigala junto al fallecido Bebo Valdés , un maestro que dejó una huella imborrable en la música.
El concierto no solo fue una celebración, sino también un tributo. Acompañado por el talentoso pianista español Aime Calabuch Yumitus , quien ha sido parte integral de la trayectoria de El Cigala desde 2005, lograron traer de vuelta la esencia de aquellos inolvidables arreglos que Bebo Valdés creó para Lágrimas Negras . Yumitus , con su elegancia al piano, evocó esos toques de jazz y flamenco que son la columna vertebral del disco, llevando al público en un viaje sonoro por la nostalgia y la emoción.
Durante la velada, no faltaron las interpretaciones de clásicos como Inolvidable , donde la voz de El Cigala , quebrada pero potente, nos sumergió en la melancolía de una historia de amor perdido. También resonó Corazón Loco , una de las piezas más icónicas del álbum, donde la mezcla de ritmos nos recordó cómo este álbum trascendió géneros y fronteras. Cada nota parecía contarnos una historia, no solo de la música, sino del alma de quienes la interpretan.
La atmósfera del Salón La Maraka se volvió íntima, casi como si el jazz y el flamenco se abrazaran en un encuentro clandestino. El público, entregado desde el primer acorde, se dejó llevar por el vaivén de las emociones. Entre los asistentes se podía sentir la conexión, no solo con la música, sino con la historia de una discoteca que ha sabido envejecer como los buenos vinos, conservando su frescura y belleza intactas.
Fue una noche donde la música no solo sonó, sino que se sintió. Una celebración de la vida, de la pérdida y del legado musical que sigue vivo a través de la interpretación de un artista tan genuino como Diego El Cigala , y de un pianista que mantiene viva la memoria de Bebo Valdés . Un homenaje jazzístico y flamenco, que nos recordó que, aunque el tiempo pase, las lágrimas negras siguen derramándose con la misma intensidad.
Los dejamos con algunas imágenes de lo que ocurrió esta mágica noche con escenario pintado en azul y negro .