Ya no debería sorprendernos la capacidad que tiene Jonathan Bree de crear composiciones en las que combina talento y armonía al utilizar diversos instrumentos, sonidos, capas… y a la par, sonar tan natural y hasta fácil de repetir –aunque dudo que sea algo sencillo- pero algo así es justo lo que logra hacer en su nuevo álbum After the Curtains Close.
Después de dos años de ausencia y con un concepto contrario al que manejó en su último trabajo, Sleepwalking, Jonathan Bree muestra un lado vulnerable, romántico que raya a veces obscuro y tétrico. Gran parte de la inspiración para este disco surge de lidiar con el fin de una gran –gran- relación y encontrar la manera de aceptar todas estas emociones que se juntaron de pronto; por lo tanto, la melancolía es un tema que toca lejos del cliché.
Después de “Happy Daze”, “Heavenly Vision” también resulta ser una canción romántica, Bree sin duda comienza recordando grandes momentos. Suena un poco a Air pero con una voz mucho más grave y potente, termina como de ensueño o final de película, una canción bastante sencilla y hermosa a la vez.
“Waiting on The Moment” es cuando la cosa empieza a cambiar, la historia de amor ya no es desesperadamente romántica, sino que sus caminos comienzan a separarse, pero no se preocupen, nada triste, en realidad a veces suena jovial y es algo así como explorar el lado optimista de seguir en movimiento y no estancarte en el final de algo, todo esto mientras bailas. Por su parte “Kiss My Lips” nos regresa en el tiempo, nos cambia el ritmo, y junto a la voz de Princess Chelsea nos ponemos romanticones.
No nos quedamos ahí, en “Until We’re Done” el bajo nos arrastra a una fiesta, al misterio de lo que pasará esa noche y lo que vendrá después es lo que te mantiene despierto, mientras que “In The Sunshine” es la canción más nostálgica y vulnerable del disco sin duda: repleta de esos violines que todos ya identificamos como tristes.
Lo que sigue a partir de aquí se vuelve un poco más plano, aunque tiene participaciones increíbles como la de Britta Phillips en “Meadows in Bloom” que le da un toque de fantasía a la canción, como de cuento de hadas, o la de Crystal Choi en “69” que sí, es algo sexual.
Esta segunda mitad del disco es más siniestra y la portada completamente roja le va muy bien, tan bien que puedo dejar pasar las líneas de “Feel so alive/with homicide” de “Cover Your Eyes” o las alusiones a muerte y sangre en “Children”, raro pero muy bien hecho.
Finalmente After The Curtains Close cierra con su homónima que queda a la perfección, sin duda se están cerrando los telones y cuando acabe ¿qué va a pasar? Pues en las palabras de Jonathan Bree –no las mías- te quedarás como un narcisista herido y nadie querrá a tus bebés… ¿medio pesimista? Lo dejo a su criterio.
Total, el disco parece ser parte del soundtrack de una película, -tal vez por el protagonismo de los violines que siempre dan un ambiente de film- pero de una que disfrutas ver y que te va llevando por distintas emociones, desde la felicidad, emoción y alegría de “Happy Daze” hasta cosas más tristes y negativas en “After The Curtains Close”. Tal vez no todas merezcan un Oscar, pero sí una mención en Revista Kuadro.