Ahora y siempre Gepe, Daniel ya no existe

Fotos: Martín Vargas

—Chucha, no lo había pensado—. Luego de un corto silencio y clavar su mirada en ningún lugar, yo sugiero: «¿se quedó en Santiago, acaso?». Entonces me dirige la mirada, como si hubiera encontrado la respuesta en su interior o en su recuerdo; allá donde solo se puede ir uno mismo. —No. Creo que Daniel ya no existe—, responde Gepe. Le había preguntado si ahora, luego de tantos logros, un nombre improvisado que surgió de una marca de diapositivas y sirvió para nombrar a su proyecto en los primeros años del nuevo milenio ahora, que es uno de los más importantes en la música chilena y latinoamericana, significaba algo más.

—Claro. Significa encarnar mis sueños. Aquella figura con la que siempre se sueña ser; puedo decir que estoy viviendo ese ideal—, asegura el cantautor chileno con voz calmada pero con el acento característico de aquel país del sur en nuestro continente. Pero este seudónimo ya significa algo más que eso: es su propio nombre. —Todos me dicen así: mis amigos, mis conocidos, excepto mi mamá, por supuesto—,  aclara entre risas. No es, entonces, un alter ego ni nada por el estilo.

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Su música ha sido clasificada de distintas maneras sin que ninguna de estas se amolde bien. Folclórico, alternativo, experimental. —Todas esas etiquetas funcionan bien dependiendo del contexto en que fueron creadas y en el que son escuchadas; pero creo que el nombre adecuado al género es «canción»—, explica Gepe, como si la respuesta hubiera sido ensayada, pero es notable que solo ha pensado mucho al respecto debido a la ligera tardanza con que las palabras llegan a él. «Canción» en relación de cómo se concebía en Latinoamérica, donde el autor y el intérprete tenían la misma importancia.

Gepe se desenvuelve bien en el espacio: sus manos ocupan un lugar importante en su expresión. Mira por la ventana que se encuentra a un costado. El cielo nublado no ha abandonado la Ciudad de México desde hace algunos días y la amenaza de lluvia es constante. Le pregunto entonces si no se ha cansado de crear en algún momento. —No, porque siempre he tenido la motivación—, responde sin miramientos. Su pretensión es generar un lenguaje como Gepe, trabajar en una identidad. Parte esencial de dicha empresa es la falta de la sexta cuerda en la guitarra y su formación autodidacta en la música. Aunque como lo admitió en Al Unísono (2007), documental de Rosario González y Pablo Muñoz: aunque no se quiera, mientras más se hace, más se aprende. Y ahora, diez años después, asegura:

«Vienen muchos discos más»

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Por eso Ciencia Exacta (puedes leer la reseña del álbum aquí), su más reciente álbum, no debe ser vista como una evolución de su sonido sino la respuesta de una incógnita eternamente inconclusa, ciertamente más austera. Una suerte de pregunta retórica que no termina de responderse y sugiere soluciones en cada disco, desde Gepinto. Cada género musical es un camino. Todas son posibilidades viables; a excepción del jazz al que considera difícil. Esa es la búsqueda del lenguaje de Gepe y su identidad. Pero se aferra con tanto ahínco a este ideal que no dudaría en no participar en un show si le imponen el orden de sus canciones o la manera en que debe ir vestido. —Yo no voy a cambiar—, sentencia.

Hay un tema con el que no escatima en palabras: la realidad latinoamericana. Desde el ámbito político este es un tema concurrido pues en este año se celebran las elecciones presidenciales en Chile y su postura ha sido la misma: no votará por la derecha. Sin embargo, confiesa que es saludable observar desde fuera para darse cuenta de los problemas. Es por eso que ha llegado a un pronóstico esperanzador. El chileno, pese a ser materialista debido a los cambios que trajo consigo la época pos-dictadura, poco a poco se va encontrando consigo mismo y con el otro.

Por último, Gepe se refiere al público mexicano como más profundo. Hay una manera de sentir y entender las canciones que no ha encontrado en otro lugar y ello le resulta adictivo. Pero esto deviene de una conexión entre México y Chile como países. —Hay una conexión subterránea, por llamarlo de alguna manera, entre nuestros pueblos—, asegura con una sonrisa. Bacán tu plática, bacán tu forma de ser, bacán tú (antes Daniel), ahora y siempre Gepe

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