Estoy seguro que siempre preferí,
un gramito que un Grammy (…)
Y el primero sería sin lugar a dudas el tener 27 años de carrera, 27 discos, más de 300 canciones, y todo de mano en mano, de boca en boca, de trago en trago, sin la más mínima ayuda de corporación o sello discográfico alguno. Es más, si para desmadre no bastaba, con tal de no rendirle a nadie, mejor se hizo su propia disquera. ¿Qué no de eso se trataba el rock? ¿No era: «a la mierda el sistema»? Bueno, pues si alguien lo ha llevado al mero paroxismo, es el Palomas.
Lo que pasa es que sí, muchos dicen que se dedican al rock, que representan el rock, que son el rock incluso, pero nel. Ni por producción, ni por obra, ni por actitud, ni por nadota. El Palomas dice que el rock ha dejado de ser contestatario, y ¿cómo no?, si en realidad no es que haya tantos ejemplos de tantísima necedad de seguir haciendo lo que le da la chingada gana como le da la chingada gana. Eso sí, según su propia letra, siempre acompañado de «esa michelada fría que hace de mí una muy buena persona».
Lo que pasa es que en esta vorágine de estilillos novedosos, de rock que ya no es rock, de “artistas” que sólo tienen de arte el engañarte. Sí, porque el rock nunca se trató (o nunca debió tratarse) de glamour y pendejadas, sino de escupir netas. Y este cabrón vaya que sabe de ello. Y se nota en donde se para, y se nota incluso en estas letras que se quedan cortas para hablar de él, porque, ¿cómo carajo lo definimos?
Que si el realismo sucio (para los de pluma fina). Que si trovador urbano (para los que les late generalizar). Que si juglar de banqueta (para los que lo hemos oído más). Un rupestre. Un carnal que toca la guitarra, y que a veces le sube chido agua al tinaco. Un true, pero como quizá le cagaría el anglicismo mamón, entonces mejor decimos que es un cabrón de a deveras. Un hijo de la chingada que disfruta de a madres lo que hace, y que hace que otros hijos de la chingada disfrutemos de a madres lo que hace, en reciprocidad, cayendo en un círculo vicioso, pero de verdad vicioso.
Y no, no es faneo, pero a los que hemos ido a sus conciertos, y hemos visto que este hidrocálido no lo es nada más porque nació en Aguascalientes, sino porque es caliente el wey para crear, y porque le late un chingo andar en el agua, nos consta que hasta te invita al after después del concierto. Que te da hasta la dirección. Que se chinga unos tequilas contigo en el concierto. Y que ante todo, habla la neta, porque no sabe hablar de otra manera.
Pues bien, el Palomas va a tocar su concierto número 1700, y no podía dejarlo pasar como si nada. Se armó de valor, y se armó unos invitados de primerísimo nivel. No es gratuito que se haya puesto “Palomas” por ser proclive a eso que antes era emocionante y que al parecer, ahora es de a huevo para las disqueras: el PALOMAZO. Y entonces, se van a aventar el palomazo, el Piro de Ritmo Peligroso, el Jaime López, el José Cruz, el Muñeco de Nana Pancha, el Chino de Los Victorios, el Lalo de Caballo Dorado (ni te hagas, que bien que las has bailado), el maestrísimo de la pluma y premio nacional de las artes Frino con su banda de blues La Mula de Sietes, y hasta un carnal que a lo mejor no conocen, que se llama Rubén Albarrán.
Suena a fiesta, y lo será. Pero también, como dice el Palomas, será más bien un momento de amigos y experiencias. Un agradecimiento a la vida porque aún podemos cantar, y beber, y viceversa.
La cita es el 1 de marzo a las 20 horas en el Lunario del Auditorio Nacional, pero mientras, aquí les dejamos el “Alas y víboras”, grabado desde el mismo sitio, para que vean cómo se pone, con la salvedad de que es una garantía de que ahora se va a poner super más chingón.
Puto el que no vaya.