Imagina que sales de tu casa en la noche, subes a tu auto y tras vagar por la ciudad varias horas decides salir de ella para tomar un largo viaje sin avisarle a nadie, sin preparar nada. Solo tú, tu alma y la noche en total libertad: eso es lo que describiría de una forma muy particular -y personal- lo que es la atmósfera marcada en el séptimo álbum de Beach House.
Desde el lanzamiento de Depression Cherry, hemos sabido de la agrupación a través de B-sides y rarezas compartidas en sus redes sociales, pasaron cerca de cuatro años para escuchar 7, disco que para fans y escuchas no tan entusiastas del dueto originario de Baltimore, resulta ser uno de sus discos más sólidos musical y conceptualmente, así como decisivos en su carrera.
Los ambientes que nacen del dream pop, los synths y el subconciente, comienzan con «Dark Spring», con esta canción no solo se marca el inicio del disco sino de un fuerte influencia y remembranza a los escoceses Cocteau Twins.
The worlds colliding
Unreal dividing
The colors missing
Upon the dark spring
A ratos 7, suena como a un soundtrack ideal para una road movie dirigida por Sofía Coppola, ya que crea ambientes cadenciosos y densos que explotan y acentúan emociones con las distorsiones de la guitarra de Alex Scally mientras que la voz de Victoria Legrand suena en un loop infinito que hipnotiza y realiza ligeros fade outs que unen todas las canciones en una totalidad.
«Lemon Glow», por ejemplo logra a traducirse a imágenes de una escena particular, una protagonizada por la noche densa que se ve a través del constante desenfoque provocado por la etérea voz de Legrand, quien a través de estrofas sugerentes se manifiesta para darle estabilidad a todos los elementos.
Ritmo, ritmo, ritmo, es algo muy presente en todo 7, sin embargo una de las partes más brillantes fue ejecutada en canciones como «Dive» en la que la maestría de James Barone –su baterista en conciertos – que gracias a su toque la experiencia sonora-cinematográfica logra expandirse.