Es innegable que vivimos en tiempos oscuros. Tristes. Tiempos en los que, a duras penas, podemos refugiarnos en el santuario del arte. Veo el nombre del quinto disco de Bombay Bicycle Club, Everything Else Has Gone Wrong y de inmediato me evoca esa tristeza del último de The Twilight Sad (It Won’t Be Like This All the Time, 2019). O bien, la obra en dos partes de Foals (Everything not saved will be lost, 2019). No puedo dejar de pensar que éstos tiempos están culeros.
Bombay Bicycle Club lo afirma. Al ser una banda que gusta de cambiar de una identidad a la otra, de un sonido a otro, que ha sonado a post punk, a indie electrónico; la banda entiende que algo ha salido mal.
No sólo nivel banda: a nivel mundial. Y en este disco de once canciones se nota un aire desangelado pese al esfuerzo por sonar actuales. No es que las ideas se hayan acabado. Simplemente no ha sido la mejor temporada para ellos.
El resultado por tanto es algo insípido. “Get up”, “Is it real” son canciones facilitas, un poco sosas, catchy como dicen. Sin mucha alma. Sin grandes progresiones que emocionen (quizás solo a los más fans).
El disco, producido por John Congleton (conocido por tabajar con St Vincent), suena sorprendentemente cuadrado, reprimido. Es como si, en el afán de regresar pronto de gira con nuevas canciones para corear, la banda pudiera sacar algo rápido, lo que fuera. Hacer por hacer. Y eso genera que existan pocos momentos memorables dentro del álbum.
Después de seis años del álbum So long, see you tomorrow, la banda ha regresado con un material consciente de la situación del mundo. Y a eso le apuestan en un disco en el que parece que todo ha salido mal excepto la pertinencia.
Everything Else Has Gone Wrong es un disco flojo. Al menos tiene la intención de decir que, incluso, cuando todo lo demás se ha ido al demonio hay cosas que valen la pena rescatar. Como la música.
Sin embargo, no todo es malo en este disco. Al final, el mensaje es claro: ante tanta devastación, música. Y eso se siente a lo largo de todo el disco juguetón; una felicidad palpable. Se agradece que las bandas asuman su responsabilidad con la alegría de su música y eso es lo que ha hecho Bombay Bicycle Club en su último disco. Asumir su propia identidad musical como una cura ante los tiempos que nos aquejan y de los que no se pinta un horizonte cercano.