Both sides of the sky: El baúl de los tesoros del tío Hendrix

<Everything is gonna be alright this morning> Eso dice la primera línea de “Manish Boy”. Pero eso ya se sabe. Todo va a estar bien cuando se escucha a Jimmy Hendrix. Podrán pasar los años, los géneros, las piezas, pero una guitarra bien trabajada nunca podrá pasar de moda. Y menos cuando se trata del maestro de maestros.  La gente lo sabe. Los productores lo saben.

Y no es que haya resucitado. A la gente le gusta escarbar en los recuerdos para flagelar las fibras sensibles que quedan después de las partidas, los adioses, los #nuncavolveránaserlomismo. Por eso, 48 años después de su fallecimiento, en pleno 2018, aquí va, una nueva reseña de Hendrix. Se trata de Both Sides of the Sky, el tercer volumen de lo que podría llamarse la limpieza del baúl que empezó en 2010 con Valleys of Neptune, y continuo en 2013 con People, Hell and Angels.

13 canciones, una hora cinco minutos, de material que, aunque no tiene nada de inédito, aun así, se aprecia. Nunca se habrá escrito lo suficiente del músico de Seattle para estar completamente satisfechos. A la cabeza el productor Eddie Kramer, quién hace un impecable trabajo de restauración maravilloso considerando el tiempo que tenían olvidadas las grabaciones.

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Cada track, cada solo de guitarra suena tan limpio como un disco de los Alabama Shakes, y quizás hasta mejor. En ese sentido, el trabajo es tan redondo que un buen despistado en escucha podría suponer que este disco es una remasterización, más que un rescate de ideas, jams, covers, y revisiones de sus propios temas.

Así, lo que queda es un disco largo, atascado, intenso, saturado de mojo, y lleno de momentos sublimes. Como en “Georgia Blues” donde la zurda guitarra compite con un solo de sax espectacular, capaz de arrastrarte por regiones psicodélicas.

Un discazo pues, aprobado por la familia y la fundación para el legado de Hendrix, al que no le falta nada, y al que quizás le sobre más de lo mismo de siempre, excentricismo, explosividad, locura, improvisación, toda esa amplificación de una figura cuasimítica cómo lo fue Jimmy Hendrix. Pero eso de ya se ha escrito suficiente.

 

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