Parece ser que una desgracia personal y más si se trata en cuestión amorosa te inspiran a crear la mejor o parte de una gran composición. Para Dirty Projectors todo se ve reflejado en su octavo y último disco de estudió homónimo; la melancolía experimental juega dentro y fuera de tus sentimientos.
Este es un gran trabajo donde su madurez emocional se refleja cual diario abierto: melancolía, tristeza y muy profundo. Cada pieza se trabajó de manera especifica, haciendo que cada segundo valga la pena, pues las texturas y la suavidad emergen en un viaje sonoro lleno de migajas y sabores envolventes de un desgarre profundo.
Solo nueve canciones bastan par entender que ni más de tres minutos son suficientes, pues hay unas que duran cerca de ocho minutos, pero que no aburren, que dan mucho y ahondan incluso en tus pensamientos, pues como lo mencionamos, es una viaje personal para ti y para el Dirty Projectors al momento de crear este disco.
Pero en otros contextos, empuja sus propias heridas hasta que encuentra una catarsis, y entonces su dolor se vuelve inconmensurable como el alivio resulta ser falso. Dirty Projectors se alojó bajo su lengua, estando él solo en la creación de este disco, que déjenme decirles, es un producto final muy a la medida.
50 minutos esenciales que con unos auriculares desarrollas la cualidad de encontrar todos esos detalles. La magia y la elevación de un sentimiento destruido tan profundo que encontrarás un vacío tal cual se decidió expresar. Encuentralo escuchando este gran disco. 🙂