Por: Verónica de la Mora
Fotografías: Javier Soto
La Bruja de Texcoco, es un proyecto musical que ha venido a cambiar la forma en que se ve y escucha el folclor mexicano actualmente, su estilo se encarga de combinar elementos como el Huapango y el son, que nos transportan a un espacio en el que la naturaleza, la búsqueda de una identidad y la conexión como comunidad son las bases.
Ella sale del camerino con un vestido azul bordado con algunas flores. Naranja, Blanco, Rosa, los colores en su cuerpo la hacen lucir mientras camina hacia el estudio de fotos; sus trenzas con listones rosas bajan por sus hombros. Al mirar su rostro percatas el brillo de la sombras de ojos con pestañas postizas- doble, por cierto- y labial rosa, la barba enmarca su cara como un elemento más. A cada paso que da, suenan los tacones morados que realzan el atuendo. Se sienta frente a la cámara y el reflector, su mirada es firme.
Al terminar el shooting, la Bruja regresa al camerino y comenzamos a conversar acerca de diferentes temas como su próxima presentación en el Vive Latino, la figura de la Bruja como búsqueda de la feminidad, el recibimiento del público extranjero y la apuesta musical como proyecto.
¿Qué tanto te ayudo la Bruja a encontrar nuevos panoramas de la feminidad?
De entrada, esto no es como un personaje es como una revelación de una feminidad que yo tenía que no había experimentado. Al final es algo que me pertenece, es algo que tiene que ver con mi identidad.
Como un proceso de encontrar nuevas de percepción en un ámbito intrapersonal como extrapersonal, el proyecto ha permitido a Octavio Mendoza Anario encontrar nuevas formas creativas, a partir de su atuendo y maquillaje; buscando textiles, combinando piezas con elementos de la tradición mexicana, de esta forma explora algo más que una visión masculina podría limitarla.
Asimismo, su composición se ha transformado al entenderse como “una feminidad mágica que es una bruja, una mujer mágica”, que toma de la mano a la mexicanidad combinada con la alegría y la música tradicional. Al respecto menciona:
«Yo no podría componer un huapango, por ejemplo: “Té de Malvón” que lo hice pensando en flores que te curan. Como una persona masculina, creo que no lo hubiera hecho, las percepciones son distintas completamente. Pero de mujer, es más chido todo.»
El año pasado la Bruja estrenó su primer álbum titulado: De Brujas, Peteneras y Chachalacas, un material que sirve como viaje personal para la artista en canciones donde nos cuenta cómo conoció la música mexicana tradicional a través de viajes, la identificación con transfeminidades dentro de la república como muxes, maringuias y chuntaes; hasta llegar a un son jarocho en el que las batallas se conciben dentro del mar para dar pie a una sirena como pieza esencial.
Ya en el camerino, La Bruja toma un algodón con desmaquillante y lo pasa por su rostro. Los aretes dorados y collares terminan en una pequeña bolsa. La sombra azul y dorada se pierde entre su rostro y el algodón mientras con mucho cuidado retira el maquillaje por completo pero en ningún momento pierde el hilo de la conversación.
Al mencionar el Vive Latino, tenemos presente la importancia del Festival dentro de la cultura musical del país, un evento con más de veinte años en la industria musical cuyo estandarte al inicio fue el rock pero que, con el paso de los años se ha abierto a nuevas propuestas y géneros.
Al cuestionarle acerca de cómo cree que el público la recibirá comenta que se siente tranquila pero fuera de su zona de confort al saber que en ese evento será la única trans en la fiesta, incluso público que no la conoce.
“Creo que tengo algo que me ayuda que es la música. A través de la música la gente cambia y podemos coincidir. Me di cuenta ahora que estuve en la rueda de prensa del vive con los artistas que todos somos bien diversos. Espero que esa diversidad se genere y sea un tipo de colchón para mi presentación”.
En tiempos openmind donde la apertura a diferentes sectores de la sociedad en la música, es necesario analizar si en realidad hay una visibilidad para la comunidad LGBTQ. “La gente percibe el ambiente LGBT, gay o diverso, siempre lo percibe en un lugar, en un círculo.” En el caso de la Bruja, ella se ha mantenido en lugares feministas o transfeministas donde puede coincidir con personas que son como ella.
Toma sus trenzas y las deshace con calma, los listones color rosa se quedan en el tocador del lugar mientras agita su cabello. Hace un pequeño chongo y toma uno de los algodones con desmaquillante mientras lo desliza por sus cejas mientras explica:
«En este medio de estar como en un proceso de transición de ser lo que tú quieres ser hay mucha gente que está involucrada y está haciendo muchas cosas. (…) Entonces es tratar de normalizar estas vivencias y expresiones para que no tengas problemas con la gente, porque México es un país muy violento hacia la feminidad.»
Hacer de su vivencia algo real, normalizar su visión del mundo y entorno así como una propia transición por medio de la música, ha sido una oportunidad única para ella que el público se acerque al arte que produce. La Bruja ha hecho resonar su voz así como sus canciones por el mundo, como la gira por Europa el año pasado.
«Al mundo le encanta la cultura mexicana, le encanta la comida, cómo somos, eso creo que influyó mucho. Hice 14 conciertos, entre festivales, galerías de arte, conciertos en auditorios exclusivos o compartía escenario con alguna banda y fue una experiencia súper linda.»
Uno de los momentos que recuerda es su participación en el Festival Le Guess Who? (2019) en Utrecht, Holanda; así como su presentación frente a los estudiantes de arte de la Universidad de las Bellas Artes de París. “Conectas con mucha gente y yo les decía que había algo más importante que el lenguaje de podernos entender con el inglés, era el lenguaje musical más lindo”.
Hacer música folclórica en México en pleno 2020 es un desafío. Bajo el discurso que sigue Octavio, en el que la búsqueda de una identidad propia es una guía para ella y su público, tanto jóvenes como adultos regresando a la tradición musical del país.
«Este proceso con los músicos jóvenes que interpretan música tradicional como huapango, sones jarochos, sones del estado de Michoacán, es gente joven que está buscando una identidad y te das cuenta que a lo mejor tu mamá, tu papá o tus abuelos se identifican con esa música porque es música que de alguna u otra manera te familiariza o te lleva a un sentir de nostalgia a lo mejor.»
Desde una visión contemporánea y actual, las visiones de la bruja cambian debido a este choque con lo llamado heteronorma con la forma en que se expresa a partir de su forma de ser con un “escudo” llamado música.
«No siempre las percepciones musicales van acompañadas de lo convencional o de la heteronorma que estamos viviendo. La gente heterosexual cree, todos creemos que lo correcto es lo que rige y la gente distinta, somos los que estamos mal o bien, lo que sea y diferimos de una norma. (…) Entonces, mostrarme así y percibirme así se vuelve tan contemporáneo como quieras pero también tiene un sentido de identidad y de raíz muy fuerte.»
¿A qué le apuestas con tu música y los temas que abordas dentro de tus canciones?
«Le apuesto mucho a que la gente, viéndome a mí pueda hacer lo que le gustaría hacer totalmente. Me muestro así para normalizar estas vivencias pero no necesariamente tiene que ser esto. (…) Pero también a mostrar a un sector de personas, específicamente la trans que es una minoría que sigue siendo victimizada, sigue siendo violentada por las formas de percibirnos.»
Dentro de esta apuesta y mensaje a través de la música como ella misma, Octavio busca salir de una visión hegemónica donde una mujer se debe encasillar en un modelo impuesto a la “mujer perfecta”. “Puedo ser una mujer con barba, una mujer distinta. Algo como para quitar esa norma.”
Al mirar su rostro y cerrar la plática podemos sentir un recibimiento cálido, una mujer con presencia, talento y un vínculo fuerte por sus raíces, una bruja que hace magia para que el mundo pueda encontrar la libertad de ser y abrir las puertas hacia la aceptación.