El rapto de Blondie en el Palacio

Fotos cortesía César Vicuña

“Raptar” es una palabra mal vista, tiene una connotación peyorativa y aún más con la situación actual del país, pero se ha retomado el tema muchas veces en canciones y películas, siempre y cuando la justificación sea amor.

El lunes pasado fuimos raptados por la música y el color de unas de las artistas más influyentes en la escena musical de las últimas décadas, por un lado la pasión y su color sangre, Shirley Manson que entre la negrura del Palacio de los Deportes aún vacío, resonó de entre las bocinas «No Horses», «Empty», «Vow» y «Stupid Girl»; entre otros.

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No es por ser cruel, pero esta reseña se enfoca en el show que Blondie aportó a los fanáticos, pues como espectador, la energía se sintió de una manera diferente, no sé aún si es por la multifacética música de la banda liderada por Debora Harry, o el romanticismo de recordar viejas épocas, pero el show parecía tener telonero en vez de compartir el recinto.

«One way or another», fue el inicio del gran robo emocional del concierto, al sonar los primeros acordes los espectadores se pusieron de pie y comenzaron los gritos a tono de…

One way or another, I’m gonna see ya’
I’m gonna meet ya’, meet ya’, meet ya’, meet ya’
One day maybe next week, I’m gonna meet ya’
I’m gonna meet ya’, I’ll meet ya”.

La vocalista, originaria de Florida, resurgió después de 5 años frente al público mexicano. Un vestido de color amarillo y negro con mascara de abeja, a primera vista puede verse incoherente, pero va a ad hoc con el concepto de su nuevo disco Pollinator.

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Entre el nuevo repertorio del disco que salió el pasado 5 de mayo, cantó “Fun”, “Gravity”, “Long time”, entre otros. A pesar de tener poco en el mercado y en el oído de los espectadores, fueron coreadas y alumbradas por los celulares en todo momento.

De pronto, la música nos hizo recordar el soundtrack de Trainspotting al sonar “Atomic”, película dirigida por Danny Boyle en el año de 1996; un viaje de drogas y adicciones, algo semejante a lo que se vivía en ese momento, entre alcohol, el olor a mota y los cigarrillos del recinto.

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El Palacio de los Deportes se convirtió en una fiesta disco en el momento en que Blondie interpreta una de las canciones favoritas de su repertorio: “Heart of glass”, los brazos levantados y las luces de los celulares se movían al tono de aquella canción tan emblemática.

Once I had a love and it was divine
Soon found out I was losing my mind
It seemed like the real thing but I was so blind
Mucho mistrust, love’s gone behind.

Una de las grandes sorpresas de la noche fue cuando Debbie regresa al escenario con un abrigo enorme color blanco y negro a interpretar una canción emblemática del cine internacional, “My heart will go on” de la cinta Titanic, cantada por Celine Dion.

Para terminar una velada de recuerdo, la banda estadounidense interpretó una de sus canciones más optimistas e influyentes de su carrera a lo largo de mas de cuatro décadas: “Dreaming”.

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Todo el concierto fue un secuestro del recuerdo y mente de los espectadores, fuimos capturados por el romanticismo de canciones que nos transportan a diferentes años y épocas de nuestras vidas, la adolescencia la juventud y hasta la vejez.

Todo fue un rapto de música y belleza, de un concepto tan antiguo como Zeus al capturar a sus musas, un enamoramiento de nuestros raptores, sufrimos del mal de Estocolmo y la propia canción explica mejor que estas letras lo que sucedió en el rencuentro de Blondie, Garbage y el público mexicano.

Toe to toe
Dancing very close
Barely breathing
Almost comatose
Wall to wall
People hypnotised
And they’re stepping lightly
Hang each night in Rapture

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