Pocas veces pasa que vas a un show, en el que sabes que no va a ser el show del año, que sales y que no fue el show del año… pero sales y te lo crees por un momento.

Era el momento de que Elbow se presentara como EL show en nuestro país, sin abrirles a nadie, ni siendo parte de las letras no tan grandes de un festival. Después de mas de 20 años de carrera. Mas de 10 años después de su Mercury Prize.

A las 9 en punto arrancaron, puntualidad inglesa, sin nada espectacular. Solo caminando al escenario, sin la parafernalia que parece tener una banda de rock… que es lo que los hace diferente a ellos; vienen de un pueblo pequeño, de esos que no tienen ni 100,000 habitantes. Pero a pesar de eso son sofisticados en sus sonidos y en su arte.

Desde como entran con Jesca Hoop, para que los acompañara a abrir el set con «Dexter and Sinister» sabías que estabas presenciando algo especial. Le dejaron su espacio para que también se luciera ante un El Plaza que a apenas rebasaba la mitada de lleno para cuando pisaron el escenario. Pero eran de esos fieles, aunque no sean muchos. Lo primero se notaria toda la  noche.

Mas cuando Guy Garvey hacía ese esfuerzo por conectar genuinamente a la audiencia, siempre se nota cuando ensayaron su español por quedar bien. Pero aquí traían todo un texto escrito para que lo intentara leer, y es intentar por que la «ñ» no deja de ser algo que parece imposible para todos los que tienen inglés como lengua materna. Pero con el apoyo de la audiencia si aprendió.

Todo eso a un show muy político -algo que parece mas que obvio en estos tiempos- con su nuevo disco Giants of All Sizes al centro y al frente con 5 canciones. Después teníamos al brillante The Seldom Seen Kid con 4. Cuando hablaba de lo más reciente, hablaba un poco de ese proceso, de cómo fueron creadas pensando en temas como Brexit, Trump o las personas en situación de calle. Nadie se quedó indiferente ante ningún tema.

También pasaron  esas cosas que te acercan más ; cuando  estaba en la primer parte de «Magnificent She Says», Guy se equivocó, arrancando la risa de todos mientras pedía perdón y lo volvía a repetir. Es cuando un concierto íntimo tiene sentido. Siempre creemos que es porque se desarrolla en un lugar chico o porque había poca gente. Pero se vuelve así cuando hay esa conexión entre los que están arriba y los que están abajo, y eso , no pasa tan seguido.

Como cuando le dió por jugar a Freddie Mercury -algo que también se ha puesto mas de moda y que a pocos les salen bien- y puso a toda la gente haciendo armonías, todos, femeninas, masculinas. De paso para aprovechar de demostrar su capacidad vocal que es bastante, que a veces desaprovecha por no ocupa todo su rango. También es la manera perfecta de hacer la transición.

Así empezaba «Grounds for Divorce» de esas que aunque no te las sepas te hace mover la cabeza de que te hace sentir algo. Así terminaba con esa la primer parte del setlist, para que regresaran al Encore. Que era terminar con «Lippy Kids» y «One Day Like This». Para irnos todos felices, más unidos, pero sin saber exactamente por qué un show que no pudo llenar el Plaza va a estar en lo mejor de fin año, aunque todos los demás, no lo sepan.