Fotografías y Texto: Emilio Sandoval
¿Qué si en México se hace buena música? ¡Por favor! Ni siquiera deberíamos tardar en responder. El mariachi, los sonidos de la marimba, las letras de Agustín Lara, en fin. Ahora… que si de rock se trata: Café Tacvba, Caifanes, Molotov, La maldita vecindad, El Tri, Fobia, y hasta Zoé levantan la mano para pasar lista.
Es claro que las bandas mencionadas anteriormente son “nuestras vacas gordas”, a las que mandaríamos a una guerra como representantes de nuestro país, pero todas ellas son sólo la punta del iceberg, un iceberg que si nos sumergimos un poco más resulta ser una enorme capa de hielo que crece cada vez más y tiene muchas ganas de salir a la superficie.
En México, la escena independiente está cada día más fuerte, solo que,por buena o mala suerte, de esto no nos enteramos. Hoy en día las redes sociales ayudan mucho para conocer bandas de las cuales no sabíamos sobre su existencia, por el simple pero paradójico hecho a la vez (porque estamos en el mismo país) de que no son de “nuestros rumbos”. Solo basta con buscar en Facebook, Youtube, o en el mejor de los casos en Spotify para poder escuchar sus propuestas, sin embargo, los espacios para llevar su música en vivo son pocos.
Es por eso que nace la primera edición del Festival Lunario Tierra Adentro, para darnos a conocer a bandas y solistas independientes de diferentes partes del país y escuchar sus propuestas. Claro que esto no nació de la noche a la mañana, todo este «mapeo sonoro» empezó desde el año pasado como parte de un número especial (hecho por expertos en el tema, periodistas, críticos, músicos, etc.) para la revista Tierra Adentro, en el cual se hablaba de las bandas que están haciendo ruido y pueden sobresalir en la escena nacional. 16 de las 34 bandas seleccionadas en aquella ocasión, fueron y serán los encargados de amenizar dicho Festival.
DÍA UNO
El viernes siempre es pretexto perfecto para hacer algo, y si ese algo es un concierto pues qué mejor, y aunque la lluvia se dejó caer con todo, eso no impidió que la gente se diera cita en el Lunario del Auditorio Nacional.
Expedición Humboldt fue la primera banda en pisar el escenario y aunque al principio el recinto parecía un poco vacío, conforme fue avanzando el setlist, la gente se empezó a multiplicar y para antes de que la banda terminara su show, ya se había conectado con el público. Los chicos originarios de Morelia le hacen honor a su nombre, ya que escuchar su música es toda una Expedición sonora. Además, los trajes con los que salieron estaban geniales. Eran una combinación entre trajes de astronautas con trajes de basurero a la vez, que adornados con un sinfín de colores hacían que no pudiéramos quitarles los ojos de encima. Su bajista una chica, y yo amo que en una banda siempre exista una niña, eso hace a la banda más cool.
Llegaba el turno de El David Aguilar (Sinaloa), quien con su particular acento, su personalidad tranquila, una guitarra y su melódica voz, empezó a dar cátedra de cómo al momento de expresar arte, cualquier ritmo es bueno. Cumbia, rap, balada, trova, no sé cómo categorizar lo que hace, pero vaya que lo hace bastante bien.
Cuando llegó el turno de Sierra León (Nayarit), el Lunario simplemente reventó. Estos chicos saben de hacer ruido, y lo digo en el mejor sentido de la palabra. Alguna vez leí sobre ellos, estaban de gira por China. ¿Una banda mexicana que está triunfando en China? Yo tenía muchas ganas de ver eso. Y ahora comprendo el por qué de su éxito por esos rumbos. Su música simplemente nos hizo explotar, no imagino a mis amigos orientales tratando de digerir eso, seguro hasta sus ojitos se abren.
La noche llegaba a su fin con Felipe el Hombre (Chihuahua), que al parecer fueron los que más gritos robaron. Estos tipos se miraban algo serios, y quizá un poco pedantes por su pinta de rockstars, pero en cuanto tomaron sus instrumentos nos hicieron recordar que, en el rock, los riffs pegajosos son los que mandan y aunque me duela aceptarlo, no necesitan de un bajo para el “punch” que logran proyectar.
DÍA DOS
Mismo lugar, mismo horario. Las caras en el público se repetían mientras otras más se agregaban. El clima fue mucho más compasivo en esta ocasión y quizá por eso la gente fue más puntual.
Capital Sur (Morelos) empezaba su setlist con un rock pop digerible para todos los oídos, mientras agradecían al público por estar presentes y cantar sus canciones. Comparado con el día anterior, creo que este comienzo estuvo un poco más flojo, pero es solo mi parecer, ya que entre la multitud se escuchaban muchos gritos de apoyo para la banda.
Alguna vez escuché sobre Baltazar, «una banda misteriosa” me decían. Y por fin pude ver su acto en vivo. Su música me parece muy mística, muy envolvente, la voz, las letras, y las atmósferas que generan, suenan simplemente delicioso. Eso sin contar que también se meten en el papel de espectros misteriosos, ya que salen vestidos al escenario con capas negras que cubren todo su cuerpo. Baltazar podría hacer el soundtrack perfecto para una película que hable de sueños, y no me refiero a las aspiraciones personales, sino a sueños, literalmente; ya que es ahí donde somos libre de hacer cualquier tipo de creaciones, tal como los originarios de Jalisco hacen con su música. ¡Ah, sí! quiero confesar mi amor por la chava que juega con las secuencias en el escenario, las cuales son partes fundamentales para los pasajes sonoros que nos comparten.
Llegaba el turno de Robot Junkie Paradise, y ya desde que escuchas esa clase de nombre te imaginas que la propuesta puede ser interesante. Rock combinado con algo de electrónica y los chicos originarios de Guanajuato hicieron que toda la gente bailara, coreara y brincara al ritmo de los sonidos que lanzaban rola tras rola.
Para el final de la noche, la irreverencia del rapero LNG/SHT (Quintana Roo) conquistó a todos los asistentes, quien con sus rimas y las mezclas del DJ que lo acompañaba, hicieron ver que ser un rockstar no sólo es colgarse una guitarra y tocar rock, «ser rockstar» es cuestión de actitud y vaya que a este tipo le sobra.
Así transcurrió el primer fin de semana del festival, con un gran apoyo para el talento que se presentó. El próximo viernes y sábado se darán cita otras 8 bandas (4 por día) y se antoja demasiado que este festival sea el inicio de una tradición que se lleve a cabo año con año, ya que como lo mencionaba al principio, las redes sociales han ayudado mucho a que la música de las bandas emergentes se conozca, pero las bandas necesitan actuar en vivo, ahí es donde se curten, se gana la experiencia y en donde se crece.
Uno nunca sabe, quizá algún día, una de estas bandas independientes sea nuestra próxima “vaca gorda” y así podremos recordar cuando los vimos por primera vez.
Consumamos la música que se hace en México, es de excelente calidad, innovadora, real, experimental y casi siempre ruega por nuestro apoyo que a veces no damos, y en realidad no nos cuesta nada. No te tienen que gustar todas las bandas emergentes, porque los gustos siempre van a variar, pero al menos sabemos que ahí están, que existen y que tienen propuestas con las cuales te pueden conquistar. Como diría mi abuelita a mí y a mis primos cuando le rompíamos sus plantas, ¡no hay que ser ingratos!