Acudo al encuentro del nuevo disco de Arcade Fire como si de una banda nueva se tratara: sin juicios ni miramientos. Pero al escuchar la inconfundible voz de Win Butler resulta imposible no conectarla con un pasado. Una época. Un milenio. Porque si hay una banda que ha marcado esta década con el retorno del concepto, la superación del rock alternativo e independiente, y con la trascendencia de prejuicios, esa es Arcade Fire.
Ahora, en su último disco, Everything Now, demuestra que lo de ellos es caminar al ritmo de su tiempo. Esta vez sin los anhelos épicos o juveniles de despertar conciencias y habitar espacios donde los coches no andan, como en Funeral o Neon Bible. Sin más manifiestos críticos ni historias suburbanas. Evertyhing Now —en todo caso— se acerca un poco al aire jovial y hasta carnavalesco del Reflektor: lejano al rock de sus inicios, que apuesta sin ningún temor ni prejuicio al pop.
Por tanto, se trata del disco más apartado de sus inicios y primeros trabajos; paradójicamente, también es el más cercano a lo que siempre han buscado retratar: el sonido de sus tiempos.
Y es que Everything Now suena a hoy. Suena a bocinas de antros, a clubes nocturnos y fiestas masivas. Suena a «millennials» que lo quieren todo en ese preciso momento. A Peter Pan de ciudades que desean vivir por siempre, a «cool kid»s que buscan identificarse con valores difusos en tiempos absurdos.
Ya desde la portada aparece un letrero neón con las palabras Everything Now. Todo ahora, mientras es posible. La canción homónima, que abre y cierra de manera circular la obra, es una proeza que llena de alegría y optimismo. «Every ancient road’s got a sign/ And every boy uses the same line/ I pledge allegiance to everything now».
El disco trata en inicio sobre la búsqueda de identidad de una generación que se refleja en las letras insistentes de canciones como la intensa “Signs Of Life” y la excelente “Creature Comfort”. Dicha búsqueda se refuerza también en el sonido del álbum que oscila (como un péndulo) entre el indie, el dance punk, la electrónica, la música disco y (especialmente) el pop en todas sus formas.
Uno podría suponer que, entonces, en aras de nuevos canales su música hubiera perdido sustancia y profundidad, pero con Arcade Fire ocurre lo contrario. Al apropiarse de la estructura pop, le dan un giro de tuerca que deviene en un producto trascendente (aunque irregular) que destaca por darle voz a las inquietudes de los jóvenes que buscan encontrar “infinite content”. Es decir, coloca ahí mismo, en un disco mediático y listo para ser reproducido en miles de aparatos, una crítica al dinero («Put Your Money On Me»), a la necesidad de competir por la fama, la influencia y la mayor cantidad de seguidores.
Lo que lo distingue de cualquier otro disco pop es precisamente lo que distingue a Arcade Fire de cualquier otra banda: la construcción de un sonido tan sutil como colectivo. Los coros, los violines y las trompetas; las inigualables letras críticas de Butler y el viaje siempre cambiante de un estado a otro.
Lo de Everyhthing Now es un paso adelante que no todas las bandas se atreven a dar. Un paso hacia el presente, como aquel que se atrevieron a dar los Arctic Monkeys con su AM. Es decir, un paso hacia el baile, hacia la música disco, hacia la electrónica, hacia los himnos de discoteca. Una búsqueda distinta al canal de los parias «underground», los hípsters, y las revistas especializadas. Un paso hacia el hoy y su filosofía postmoderna de dejarlo todo, de exprimir el día, de meter toda la carne al asador porqué solo se vive una vez. Pues YOLO… ¡Amén!