¿Un festival de música en Puebla? eso pensé hace un par de meses cuando se anunció la primera edición del Festival Catrina. Y digo, más que el evento en sí, me llamaba la atención dónde se iba a realizar. Aunque Cholula, Puebla, es un pueblo pequeño sus calles angostas ya tenían a cientos de personas formadas antes del mediodía. Había gente de todas las edades; niños, jóvenes y señoras acompañando a sus hijos. Entre la multitud y puestos de comida parecía como un gran mercado ambulante en una feria del pueblo.

El Festival Catrina se realizó en un terreno frente al panteón de San Andrés. El lugar contó con dos secciones, la primera para zona preferente y la otra para general. Los escenarios estaban juntos, no había la necesidad de correr para perderte a alguna de las bandas y éstos no eran inmensos, se podía ver sin problemas desde casi cualquier sitio.

La tarde arrancó con el rock de Niños Heroés, banda originaria de Puebla y quienes al igual que Piluso, Los Fascinantes y Tessa ía cantaron mientras el lugar se llenaba. Percance le dio sabor a la tarde con ritmos merengue, rock y salsa acompañados de la irreverencia de la agrupación en el escenario. Costera y Turf continuaron la labor de animar a la gente que en ese momento prefería estar sentada en los pastos y tomar un buen vaso de cerveza.

En la zona general, algunos disfrutaban de actividades como: pintar máscaras y tomarse fotos. Clemente Castillo y Pedropiedra le dieron un aire más tranquilo a la tarde mientras las nubes grises amenazaban con atacar en cualquier momento. Para ese punto, la temperatura ya había bajado considerablemente, pero no el ánimo de los asistentes. Los venezolanos de OKills y los uruguayos de No Te Va A Gustar despidieron la escasa luz de la tarde en medio de más lluvia.

La noche cayó y con ella llegó la energía de Comisario Pantera y Caloncho cuyas canciones fueron coreadas por más personas en comparación de otros actos. Después, Drake Bell pisó el escenario. Una energía cincuentera vestida con moda rockabilly se apoderó del lugar mientras los gritos de las fans no se hicieron esperar a pesar de los problemas de audio durante la presentación del cantante estadounidense.

Al igual que Drake, los californianos de The Growlers comenzaron su presentación en medio de fallas de audio los cuales se arreglaron después de la cuarta o quinta canción. Había gente bailando, ebrios sacándose la playera, algunos perdieron la cabeza con la banda de Brooks Nielsen. Inmediatamente después de terminar de tocar, en el escenario de junto apareció Leon Larregui uno de los actos esperados de la noche. Las chicas comenzaron a llorar, el frío de la noche se prestaban a la melancolía junto a la voz de éste.

Por otro lado, la chilena Mon Laferte derrochó sensualidad en el escenario. La cantante es de las que gusta de interactuar con sus fans hasta donde le sea posible, incluso si eso implica bajar con el público y cantar frente a ellos. Eso le ha hecho ganarse el cariño de sus seguidores quienes, sin quererlo, le regalaron esa noche su disco de platino + oro por más de 90 mil copias vendidas en el país. Su presentación fue quizás de las más sentimentales, entre la emoción de su reconocimiento y un espectáculo de fuegos artificiales con los cuales cerró su tocada en el festival admito que hasta yo solté una que otra lagrimilla.

Enjambre continuó con la velada y sus éxitos como “dulce soledad” fueron coreados por miles. La lluvia inconstante atacó de nuevo, pero a la gente ya no le importaba en lo absoluto

Para cerrar con broche de oro, la banda de ska argentina Los Caligaris llegó con su show circense y entre piruetas, bailes y bromas la energía que fluía por parte de los argentinos en el escenario era impresionante. En el público se armaba el slam, todos bailaban, hasta los más ebrios. Brazos y codos se movían y empujaban de un lado a otro, los chavos agitaban sus cabezas; eso era una gran fiesta argentina en Puebla. Había gente viendo el concierto desde sus azoteas, todos querían ser parte de esa gran celebración.

Cuando se anunció el Festival Catrina supe que no se trataría de un festival como a los que estamos acostumbrados en la Ciudad de México. A pesar de ser su primera edición la logística fue bastante buena; los accesos se dieron a la hora indicada, las bandas salieron sin retraso y el evento terminó a la hora establecida. Quizás el único desperfecto fue la no tan poblada zona preferente, pero eso no le quitó esa vibra pueblerina buena onda.

Este festival hizo su debut el sábado pasado, uno que espero no sea de despedida en un buen rato.