Fotografías cortesía OCESA/ Salvador Bonilla
Con un Metropolitan vendido en su totalidad. Con las luces encendidas. Así, Fito Páez se presentó ante el público y mencionó que nos llevaría a rememorar los 30 años de la salida de su disco Giros; la etapa más experimental de su carrera. Del mismo modo una selección de temas de los 80 en la segunda parte de este, advirtió que si no conocían o no los recordaban, sólo los disfrutaran como él.
La noche comenzó con “Giros” continuó con “11 y 6”. Para la tercer melodía, interpretó una de las letras más profundas de su carrera “Yo Vengo a Ofrecer Mi Corazón”, él comenta que «ni yo mismo sabía qué se había metido o qué pasaba por su cabeza al escribir esta canción», pues se trata de una letra sumamente intensa para un chico de 23 años. Continuó con “Narciso y Quasimodo», «Cable a Tierra» y una canción homenaje a los soldados muertos tras la Guerra de las Malvinas: «Decisiones Apresuradas». Entonces llegó la sorpresa de la noche invitando a Ximena Sariñana el escenario a interpretar “D.L.G”. Así cerró la primera parte de la presentación.
Vestido a rayas tenis blancos, Páez nuevamente se entregó al público mexicano que coreaba cada una de sus canciones. Los asistentes lo animaban «grande, Fito; vamos, flaco» en la cohesión piano-guitarra-syntes-batería y entre frases que él dirigía al público como «México es mi casa». Fito Páez tiene la gran habilidad de llevarnos a viajar a su lado, con nuestras propias historias y su música, de crear una atmósfera de amor y desamor en la que todos vibremos igual.
Así la noche siguió con canciones como “Tres Agujas”, «Canción Sobre Canción», “Folis Verghet” y con una mezcla del final de la canción “Fanky» del maestro Charly García. Luego dio paso a sus ya clásicos temas que la mayoría esperaba como “Fue Amor” (una chica que tenía a mi lado se puso a cantar con gran sentimiento). Después nos llevó con “Dale alegría a mi corazón”, canción donde convocó a que todos la cantaran, lo que lo convirtió en una interpretación a capela. Después de su encore, regresó porque el público se lo pidió. Para esta segunda aparición en el escenario interpretó “El Amor después del Amor», “A Rodar Mi Vida” y cerró con «Popotitos».
Fito Páez dejó en claro no sólo su calidad como escritor, músico e intérprete; sino también como rockero, bolerista y sobre todo, como ser humano, “como familia que entra al corazón y ahí se queda”. Indudablemente una noche para recordar y rememorar