Foto destacada: Facebook oficial del grupo
Por: Verónica de la Mora
Desde Bogotá, Colombia llegan los ecos de No Soy Único en el Mundo, una banda instrumental en la que podemos encontrar referencias al post-rock, math-rock y una línea experimental clara, consiguiendo un sonido que explota a lo largo de cada canción.
El grupo se forma a mediados de 2018 para lanzar su primer demo en junio de 2019: Simple Encuentro Perdido en el Mar, un vistazo a la estética sonora del grupo donde la combinación de ritmos entre lo calmado y frenético marcó la pauta para su primer álbum: No Me Quitaron Todo lo Que Podían Quitarme lanzado el mismo año: un compilado de 5 tracks donde cada canción parece ser una historia distinta.
00
En los temas que integran este disco debut tenemos una sonoridad independiente entre cada uno, algunos con una carga que puede llegar a ser oscura pasando por el doom-rock y otros más luminosos en tonos a lo post-rock. Los nombres de las canciones llaman la atención al ser reflexiones que rondan la vida y la muerte, jugando con títulos como: «Para Tener un Columpio Solo Basta Con Colgarse de un árbol» o «La Serpiente del Mundo».
Si algo queda claro en el estilo del grupo es que puedes encontrar en una misma canción melodías suaves con guitarras hipnóticas hasta conseguir un caos donde el ruido entre efectos, tamborazos y riffs se hacen complejos.
Al detenerse a escuchar tracks como: “A este paso, El Suicidio” o “Soy Inmortal Hasta Que Se Demuestre Lo Contrario” puedes recibir el golpe de una batería enloquecida, guitarras en plena distorsión y bajos constantes que te hacen decir: “Son muchas cosas al mismo tiempo”. Esa vibra cercana a la improvisación es lo que te empuja a seguir escuchando al grupo.
David Páez, Juan Pablo Barreto, Mateo Rodríguez y Sergio Rodríguez Lopera nos regalaron un álbum que consolida el sonido del grupo sin cerrarse en género, ya que la experimentación con transiciones y mezclas inesperadas son el punto clave en No Soy Único en el Mundo.