La Casa de Jack White

Foto: Facebook

Jack White ya es un emblema del rock, símbolo de toda una generación y una influencia innegable, sobre todo cuando está presentando su disco número 14 -entre todos sus proyectos- donde cada uno ya causa cierta expectativa. Por ese perfeccionismo, esa habilidad, esa creatividad no es algo que todas tengan.  Por eso Boarding House Reach era de lo mas esperado del ’18 y el resultado es por lo menos…curioso.

«Connected My Love» es una de sus canciones normales -si al escucharla recuerdas un poco a «Would You Fight for My Love» o «Love Interrumption» de sus primeros álbumes no estás solo-., esas que te esperarías en un disco de Jack White y si marca mucho el tono del resto el este primer track, porque este estilo simple de Nashville ha quedado en atrás. Al igual que «Why Walk a Dog» los órganos tienen un lugar preponderante.

La sección de los créditos crece con cada trabajo -algo que ya es mucho decir- por lo que ese sonido meramente blusero de garage, va quedando atrás también. «Corporation» tiene una onda mas funk, algo que viene a romper el esquema de los dos primeros tracks. Es una canción que las percusiones llevan todo el peso y se queda a nada de ser una canción instrumental.

«Abulia and Akrasia» es un pequeño track de Spoken Word con violines. Pero aún no es momento de salirse por completo de la caja y hay que tomar en cuenta que White vive afuera la «caja». «Hypermisophoniac» es una mezcla de pianos con sonidos de sintetizador, para aderezar con la guitarra. «Ice Station Zebra» es cuando aparte de esa combinación de baterías cortesía de Carla Azar – la misma que lo acompaña en vivo- es cuando Jack se avienta unas barras cual rapero de Nashville – pero OG, más al estilo de André 3000 que de Gucci Mane-.

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Por fin se acuerda que tiene esa guitarra en «Over and Over and Over» no deja de ser grandilocuente, los coros siguen siendo con ese coro como de iglesia presbiteriana, mientras le da el uso que todos sabemos que les da a las 6 cuerdas. Curioso que además tenga las letras más profundas, aunque eses bongos del final hace que te muevas en lugar de cantar. Pero para alguien con todos los problemas de ansiedad, hacer menciones menciones al mito del Sísifo con la pequeña alegoría de vida y vejez las escondió bien.

Para este disco parece que se fue a las antípodas de los White Stripes. «Everything You Ever Learned» tiene el uso más denso de percusiones, con todos los sintetizadores, baterías y anexas. «Respect Commander» vuelve al órgano y un trabajo de voz que se reduce a usarla como instrumento… hasta la mitad; porque es cuando vuelve a esas raíces bluseras -esas que le intentan poner a todo el disco-.

Y en «Ezmeralda Steals the Show» otro trabajo Spoken Word. «Get in the Mind Shaft», muestra ese pequeño lado electro, mezclandolo con algo de gospel. Para otra vez un cambio radial «»What´s Done Is Done» vuelve a ese blues, medio bluegrass. Donde Esther Rose pude brillar mas que en el track anterior. Donde el órgano suena mas a algo de catedral, que termina de pulir la atmósfera que las voces construyeron.

Jack White intentó no ser Jack White, se quiso salir de ese libreto en el que se había puesto un poco él solo, con sus dos primeros trabajos de solista. Más Blues, menos galopante, más pensado, menos frenético. No tiene esa onda garage de los White Stripes,  tampoco esa onda más indie de los Raconteurs o el sonido más oscuro de The Dead Weather.

Parecía ese personaje que se viste solo de ese azul cobalto pero tal vez cambió a Azul Persa y nos nos dimos cuenta -para entender este comentario hay que estar consciente de la importancia que tiene lo visual en su trabajo, donde el color juega un papel crucial con todos sus otros proyectos-. The Raconteurs es verde, Third Man Records es amarillo y The White Stripes rojo con blanco. Basta darse una vuelta por las portadas y los videos, «Seven Nation Army» lo deja todo muy en claro-.

Se sale de «esa» zona de confort y juega con nuevos sonidos, todo bajo sus parámetros, el es el director de todo, el que escribe todo… excepto ese último track donde usa a compositor checo del siglo XIX. Y aún así se presta para hacer un álbum que podríamos etiquetar como experimental, ese juego de sonidos no es para nada convencional.

Cabe mencionar que este trabajo no es ideal para escuchas primerizos de White, ya que podrían llevarse la impresión incorrecta.

¿Es su mejor trabajo? Probablemente es un rotundo no -algo que tampoco es para perder la cabeza tomando en cuenta que es de los que está a la cabeza en el S.XXI-. ¿Es su peor trabajo entonces? Tampoco. Aunque tal vez no vaya a tener muchos fans, porque además hace falta más de una oída para agárrale la onda, tiene cosas interesantes, puntos rescatables, entre ellos y más importanre, que un artista de su talla siempre intente algo diferente, porque ya saben, de eso se trata el arte.

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