«¡Hace calor!» Fue la primera frase que Skye Edwards  mencionó al iniciar el concierto. Es destacable lo que Morcheeba provoca con su música, eriza la piel desde las primeras notas y conduce entre los caminos del blues y un rock sureño con tintes de trip hop, tal  vez más definidos en sus discos de estudio, ya que en vivo son una full band en toda la extensión de la palabra.

La sincronía del ingeniero de iluminación y Skye Edwards era tan increíble, más bien  telepática, saber en qué momento extendería la mano para que salieran destellos de un lado o se moviera al ritmo sensual o con movimientos de baile que ella provocaba y que su ingeniero con delicadeza moviera esas luces para provocar aún más de lo que ella hacía.

Así mismo, fue un regocijo escuchar la guitarra de Paul Godfrey  con un sonido tan orgánico y puro sin necesidad de usar tantos efectos  y verlo jugar con ella como lo hacían los viejos del blues, esos que más que tocar con los dedos tocaban con el alma.

Una noche con 16 temas, cada uno fue perfectamente llevado. Morcheeba dio un concierto inolvidable, aquí algunas imágenes que resumen la noche.

Morcheeba