La letra con sangre, entra

En honor a la verdad, tiendo y la neta todos tendemos a la impulsividad, a hablar sin pensar antes. Quizá no haya cura para ello: es como de mexicanos, pero precisamente porque trato de evitarlo, me esperé lo más posible. Leí todos los editoriales que pude, vi todos los videos que me dio tiempo —y de los dos lados, ¿eh?, que hasta los de las televisoras oficiales me aventé—, y sobre todo, me aguanté a ver en qué carajo momento se pronunciaba el flamante y también copetón, y guapo, Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, acerca de un problema de educación pública.

Y es que el cuate llevaba días perdido, pero pues no andaba muerto, andaba de, bueno, no tengo idea de en qué andaba, pero seguro que en la chamba no, porque en su ausencia pasaron un chingo de cosas, y eso que ni fueron tantos días. Y bueno, de haber sabido mejor ni nazco pero sobre todo, mejor ni me espero tanto como para que me regañen mis editores, porque al final dijo que lo que ya todo egresado de la primaria sabría: que todo chidote, que quiere arreglarlo, que sí al diálogo pero siempre y cuando primero acepten, firmen y juren lealtad a todo lo que los maestros están combatiendo. Onda las rendiciones incondicionales para parlamentar guerras, y pensándolo bien, hasta atinado, porque llevamos años en guerra, y sólo ellos, los de guaruras, los de actos oficiales, los de sonrisa para la cámara no se percatan, o sí, pero dicen que nel.

No te vayas todavía, lectoralectorquerido, que no trataré de hacer un análisis profundo porque tengo la capacidad de ser analista (y no quiero ser, por ende, anal como ellos). Porque es cierto que yo sólo escribo porque puedo escribir, pero también es cierto que a mí quien me enseñó a escribir fue un maestro, no un político.

Lo que pasa es que el tema se complica porque nos ponemos a teorizar en lugar de hablar de hechos incontrovertibles, irrebatibles, y quizá precisamente por eso quitaron años de enseñanza de historia, porque si algo supiéramos de ella, preguntaríamos: ¿porqué se quejan los políticos de hoy día acerca de los sindicatos y confederaciones que todo político ha consentido —y consentido—? Sí, pues, los maestros tienen ciertos privilegios, pero, ¿han sido gratuitos? O, ¿qué? ¿Elba Esther tiene el varo y todos los otros tantísimos privilegios —aún convicta— que tiene porque se los encontró en la calle? Y aparte, ¿más o menos cuánto progreso le dio ella a la educación de nuestro país? Y conste que no nos vamos a poner a hablar de los sindicatos…

Lo que pasa es que se llenan el hocico todos los que tienen micrófonos oficiales a su disposición diciendo que si el Estado de Derecho y eso. Carajo, por fin estamos de acuerdo en algo. «Acatar la ley no es opción», dicen. Perfectote y deacuerdote. Por fin en algo estamos de acuerdo porque yo pensaría que para ustedes, políticos, tampoco es opción ¿o para ustedes sí es opción? Y ya entrados en el tema, diría que tampoco es opcional para los policías, porque sí, los maestros pueden ser revoltosos, rijosos, incontrolables, pero así estuvieran haciendo desmadre real del ese destructivo, ¿dónde dice que se les puede disparar, que se les puede MATAR? Porque digan lo que digan, el policía promedio es un soberano pendejo, uno al que lo que le faltó en la vida es precisamente un maestro. Y claro, ellos podrían decir también que sólo reciben órdenes, que hacen nomás lo que se les dice, pero habría que preguntarse, entonces ¿quién  les ordenó disparar a matar?

Insisto, yo no sé nada de nada, y pues no me voy a clavar en si la Reforma Educativa está chida o no. En si es realmente educativa o más bien laboral. En si la mandó el FMI o no. En si está bien que el gobierno ya no les de dinero a las escuelas porque mejor que se organicen como puedan. En si está bien que el rector de mi amada Universidad diga que la UNAM no se va a meter, pero pues cómo gracias a un maestro este humilde escribidor sabe leer y hacer cuentitas, me pregunto: ¿14 muertos? ¿34 desaparecidos? ¿174 heridos? (y desafortunadamente, contando), carajo, ¿estamos hablando de Siria? ¿De Afganistán? Disculpen, no me salen las cuentas. Y tampoco los argumentos.

Y es que es medio lógico que los políticos odien per sé a los maestros porque evidentemente no tuvieron nunca uno real (excepto los que los enseñaron a pasarse de verga, que esos vaya que les enseñaron bien).

Yo qué voy a saber, no es que uno tenga que ser tan paranoico suspicaz como para preguntarse, neta, ¿hasta errores patentes de navegación en Google? Seguro fue porque es muy inestable. ¿Policías con electrodomésticos en sus camionetas? Seguro que fueron maestros y población civil disfrazada de azul para desprestigiar al gobierno. ¿Ya 3 años de reforma pero aún seguimos con el plan 2011? Seguro es porque se están tomando su tiempo para diseñar la educación que nos hará estar a la vanguardia mundial. ¿Policía y ejército llegando en aviones —hasta el cierre de esta edición— a todo punto álgido? Seguro es porque iban más bien a cazar capos de cárteles que por ahí cerquilla andaban, y es más, pues con razón no hay ninguno para defendernos de delincuentes y narcos: lo que seguramente sucede es que andan bien ocupados.

Y conste que no digo que no: A lo mejor la esta reforma sí está bien verga, y más bien los demás (léase: “los de más”) no entendemos por pinches obtusos. Carajo, ¡claro que necesitamos una reforma!, pero disculpen, yo creo que se necesita una que sea particular de la situación geográfica-histórica de cada caso. Una que tome en cuenta a todos, y sobre todo, una que no haga entrar a la letra con sangre.

En todo caso, a Peñejo, a Nuño, y a todo imbécil que apoya a pie juntillas eso de que la reforma educativa y así, les preguntaría, así bonito y sin afán de molestar: ¿ustedes no tendrían que ser evaluados también? Porque ha de estar bien verga opinar sobre la escuela-secundaria-técnica-número-el-que-sea cuando tus hijos están en una escuela particular.

En todo caso, va, se trata de evaluar, ¿no? Pues entonces vamos a evaluar qué maestro la tiene más grande, pero también ustedes mídansela, ¿no? Quizá si eso hicieran, nos explicaríamos por qué ustedes ganan cantidades de 6 cifras (y luego hasta de 7). Y es que, si está bien padre la educación en México, ¿por qué sus hijos no asisten a esas escuelas sobre las que ustedes determinan?

Y pues ya encarrilados, órale pues, a la verga los maestros por todo el desmadre que han hecho, pero ustedes también, ¿va? Porque yo sí sé por qué los combaten y nos combaten: porque todo maestro (y todo no-maestro), vaya que haría mejor las cosas que ustedes

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