Más que cualquier otro álbum de Spiritualized, And Nothing Hurt se siente como un mero conjunto de canciones, un grupo accesible de rolas que pueden ser minuciosamente construidas, pero que solo están conectadas casualmente. Esto no es -a pesar del título- una metáfora extendida para el lanzamiento del cielo o la heroína , y no hay sensación persistente de que estas canciones fueron escritas desde el umbral de una muerte segura.

Algunas de estas canciones, como la romántica «Let’s Dance», son tan suaves y cálidas como las luces de Navidad colgadas sobre un bar de buceo; otros, como el cáustico «The Morning After», son tan cortantes y discordantes como el dolor adolescente. En conjunto, sienten que Jason Pierce está llegando a un acuerdo con su legado.

Pierce canta sobre las exigencias de la edad adulta, las ansiedades de la vejez y las realidades de toda una vida dedicadas a decepcionar a la gente. Incluso describe el terror adolescente, como el «The Morning After» que lloriquea con justicia, es a través de la lente de un padre y alguien que sobrevivió a su propio infierno adolescente.

Estas son yuxtaposiciones audaces que contrastan con los elementos de composición, por lo que se ven en peligro de convertirse en trucos. Pero la escrupulosidad autoral de Pierce y la misma devoción servil a un ideal, pero eso ya es lo de menos, lo importante es que lo escuchen y se den una idea de lo importante que es este disco para este años. 😉