Foto: Facebook Low Roar
Ryan Karazija, la voz hipnotizante tras el proyecto Low Roar, ejemplifica lo que es hacer música en el siglo XXI. Una música que no siempre empieza en la caza de la fama, la fortuna o el sexo, sino como otra cosa. Algo como una terapia que parte de la experiencia personal, (y que es tan honesta como capaz de tocar fibras sensibles) para crear una colección de momentos.
“Salí de Islandia, viví en muchos lugares como Varsovia, Estocolmo y la Ciudad de México. Atravesé rompimientos y cambios, así que estuve documentando mi vida a través de esas canciones. Fue una forma de sacar los sentimientos para estar en paz con ellos, y para convertir los momentos difíciles en buenos recuerdos.”
A la ciudad de México en particular le guarda mucho afecto, gracias a su amistad y constante colaboración con el equipo de Pedro Y El Lobo, al grado que es un segundo hogar creativo. Ese cariño se expresa en el video musical de “Bones” producido por PYL y Pause Play en 2017.
Low Roar comenzó en Islandia en 2011 cuando Ryan grabó su álbum debut homónimo en la cocina de su departamento de Reikiavik. Sin embargo, ha logrado salir de esa etiqueta de música islandesa. “No pienso que mi música tenga que ver con el lugar sino con mi estado mental en ese momento.”
Su último EP, The Sky Is Falling, cierra el ciclo que empezó con su larga duración del 2016 Once In a Long Long While, continuando los senderos de música frágil e introspectiva que, como la de Beach House o Cigarettes after Sex, está teniendo gran impacto en un mundo tan acelerado.
“Yo pienso que la música introspectiva y sentimental siempre ha sido importante. No importa que tan rápido sea el ritmo del mundo, la gente siempre buscará esos momentos silenciosos y pacíficos”.
El sonido de Low Roar no es uno que se esconde en sonrisas falsas o en felicidad aparente. En el fondo, es música tremendamente melancólica, mínima, sutil, personalísima, que proviene de las emociones humanas más básicas. Y de la experiencia, de las relaciones, amistades, de los cambios, o, en palabras de Ryan Karazija, “de cualquier cosa capaz de moverme lo suficiente para sentir la necesidad de escribir sobre eso.” Aunque eso genere sensaciones tan profundas como la nostalgia o la tristeza.
“Yo creo que cuando estas feliz solo quieres estar en el momento y disfrutar. Para mí, es cuando estoy pasando por momentos duros o tristes que me siento a escribir canciones. Me ayuda a procesar y entender mis pensamientos y emociones.”
Sin embargo, Ryan tampoco está en contra de la alegría o excentricidad musical, ya que, «no importa si la música es triste o feliz, mientras que suene auténtica. Es ese sentido la honestidad es lo que hace que algo sea bueno.” Al final, lo que realmente vale es que se exprese algo, por mas triste o melancólico que sea, por más que duela, así como Low Roar, y su forma de convertir la música en una buena terapia.